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Críticas de MissWhoeverIam
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de julio de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El timbre con el que acaban las clases da inicio a un proyecto japonés que vuelve a vertebrarse en la venganza. Esta temática parece copar el panorama nipón del 7º arte, llena las pantallas con una combinación de historias múltiples que convergen y con elementos característicos que, combinados con maestría, mantienen la tensión. Todo ello amparado por un guión psicológico enrevesado y, en ocasiones, confuso; y que es la pieza clave para hilar toda la película.

Nakashima da un giro de tuerca en esta ocasión y mezcla técnicas que beben del videoclip y de la pintura y que elaboran un cuadro cinematográfico bello y oscuro a la par.

La fotografía y el ritmo son los alumnos aventajados en este thriller escolar, y se unen para realizar una simbiosis en la que aportan a la película y se retroalimentan entre sí. El director japonés no se conforma con unos encuadres bien marcados, sino que hace poesía visual y decide desafiar el ritmo natural del tiempo para que el espectador se recree en la imagen, disfrute de la oscuridad que proporcionan los ambientes y la iluminación del metraje.

Y la música, que acompaña al espectador durante todo el largometraje, supone el quinto elemento que, combinado, ayuda al mismo de una forma subrepticia pero imprescindible. No sólo a ambientar los encuadres pictóricos que presenta, sino a conseguir unos cambios de tono que relajan al espectador y sorprenden. Unos cambios que, si bien podrían rellenar los momentos más románticos de cualquier blockbuster americano, son en este caso un sarcasmo, una mala broma que enaltece la tensión y justifica una combinación de colores más vivos.

Aunque Confessions tenga un trabajo de postproducción envidiable y luzca con orgullo la acertada combinación de las características técnicas anteriormente mencionadas; no se puede obviar la denuncia social que imprime el realizador japonés. Temas como la ley del menor se hibridan con el estigma del SIDA, la educación y la muerte y son el cóctel explosivo que enhebra el guión. Una aventura arriesgada que, en este caso, constituye un entramado muy bien tejido y que no le resta verosimilitud a las historias. Historias de personajes que se confiesan, pero no lo hacen como en una carrera eclesiástica por la salvación; al contrario, se desgranan poco a poco, dando la información con cuentagotas al espectador, muriendo por dentro y por fuera a cada minuto que pasa de la película. Este último hecho es el que quizá consiga que no se note la embriaguez de colores y edulcoradas imágenes y efectos de lentitud en el ritmo que tiene la película.

Una encarecida recomendación para todos aquellos que crean que la redención está en la confesión.
MissWhoeverIam
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6
23 de julio de 2011
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando un grupo de música electrónica se embarca en un proyecto cinematográfico de cierta envergadura, se debe notar en el resultado. Y el caso de Electroma es muy significativo.

Bajo una sencilla puesta en escena que bien podría guardarse en la estantería de las road movie, este dúo se centra en experimentar con el lenguaje cinematográfico y las posibilidades visuales y sonoras para ofrecer una suerte de videoclip de una hora de metraje.

La música, indudablemente, es una de las grandes protagonistas ante la carencia de guión. Durante todo el metraje, la banda sonora parece tener la intención de demostrar al espectador el protagonismo de la música en la ambientación de las escenas, a pesar de que ésta se supedite a las imágenes que presenta. Este efecto también se hace patente por la presencia, igual de relevante, de los silencios. Estas pausas sonoras permiten al espectador oxigenarse entre melodías y al dúo crear una sensación extraña de tensión constante al mezclarse con el ritmo mostrado.

La cadencia rítmica de las escenas en este proyecto es la guía principal para mecer al espectador durante todo el metraje. Sin embargo, éste debe estar preparado para lo que se va a enfrentar, ya que, de no ser así, ante la lentitud de la sucesión de las imágenes podría caer en la desesperación.

No obstante, esta velocidad permite al dúo recrearse en la fotografía y las posibilidades visuales que ofrece el medio. La extensión de los planos bien podría dar la sensación de estar en un mero pase de diapositivas o en un paseo por un museo contemporáneo, pero Electroma parece estar explícitamente al servicio de los sentidos en su estado más puro de recepción orgánica. Planos en los que se mezcla la belleza de la combinación de los colores con efectos sugerentes.

Y es el color otro de los grandes beneficiados en este proyecto. El cuidado del mismo para recrear una ambientación es el que consigue dotar de sentido a muchas de las imágenes del proyecto, convirtiendo muchas escenas en un ensayo de posibilidades cromáticas.
No obstante, para poder disfrutar de todo este compendio de sensaciones es recomendable que el espectador sepa de antemano a qué se enfrenta cuando ve Electroma.

Un híbrido artístico cuyo entramado puede dar una falsa sensación de innovación y en el que cine, música y estética videoclipera beben continuamente entre sí para dejar este proyecto en una especie de tierra de nadie con aviso a navegantes.
MissWhoeverIam
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