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España España · Marbella
Críticas de SUSTOVISION
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
8
27 de agosto de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El sheriff y el pequeño extraterrestre" es una de las mejores películas en solitario de Bud Spencer. Surgida a raíz del éxito de "Encuentros en la tercera fase" de Spielberg, esta película es divertidísima, entretenimiento sin complicaciones y lleno de chistes malos que te hacen sonreir. Fue un éxito en la España del videoclub en los años 80 y reconozco que hay dos momentos en la película que se me caen dos lagrimones como dos soles, y todo por culpa de la magnífica banda sonora de Guido y Maurizio de Angelis, que te emociona y te dan ganas de llorar. Pero no nos asustemos, el punto fuerte de la película son los mamporros del gran Bud Spencer.
Gran película. Y tiene segunda parte.
SUSTOVISION
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10
10 de setiembre de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llámalo como quieras: The X-files, los expedientes secretos X, los archivos secretos X, Código X o Expediente X, la verdad de la buena es que el actual mundo friki no se podría concebir sin la existencia de esta maravillosa serie humana de televisión, "Expediente X", paradigma de la tele de los años 90 y joya de la corona de las series de culto de todos los tiempos. La fama y trascendencia de nuestros Expedientes X han traspasado fronteras físicas, lingüísticas y sociales, instalándose por derecho propio en la cultura popular contemporánea. La expresión "esto es un expediente-X" ya forma parte de nuestro acervo cultural y al igual que el lenguaje de Chiquito de la Calzada, enriquece nuestro vocabulario y otorga a la sosez de la vida cotidiana un aire fresco y juvenil. Expediente X combina a la perfección temas tan subyugantemente frikis como la conspiración gubernamental, los fenómenos paranormales, los OVNIS (muy de moda en los años 90), los "count-bodies", el misterio y el terror y las pelis de policías y ladrones. Pero sin duda alguna, lo mejor de lo mejor es la relación profesional y sentimental entre Mulder y Scully. ¡Mulder y Scully, Scully y Mulder! ¡Tanto monta, monta tanto! Diferentes como el agua y el aceite, complementarios como el Yin y el Yan, inseparables como Silvestre y Piolín. Mulder es un iluminado inmerso en una cruzada personal: descubrir el paradero de su hermana abducida y ya de paso desenmascarar todos los misterios de la vida humana. Scully es una rigurosa científica que con su sano escepticismo equilibra el irrefrenable ímpetu de Mulder. Ambos son compañeros, amigos, camaradas y también hay una tensión sexual muy potente entre ambos. Icónos de la subcultura popular, la bioquímica entre ambos personajes será el secreto del éxito de la serie.
Puesto a hacer cantera y a descubrir los antecedentes de la serie, quizás la influencia más clara y evidente de "The X-files" es la surrealista serie de David Lynch y Mark Frost "Twin Peaks y sobretodo la película "Twin Peaks: Fuego camina conmigo". Chris Carter se empapó bien del pueblo de Picos gemelos, tanto por su atmósfera misteriosa como por su peculiar protagonista, un agente de FBI que se deja llevar por su intuición más que por su razón (además, David Duchovny también salía en "Twin Peaks"...¡travestido!). Incluso en "Fuego camina conmigo" había un departamento del FBI que investigaba sucesos paranormales. Pero como ya dije antes, estos elementos son el esqueleto y la carne del invento, su verdadero espíritu lo forman Mulder y Scully.
Ya desde la primera temporada, Chris Carter tenía muy clarito cuál iba a ser el esquema de la serie: combinar la trama principal (protagonizado por los Ovnis, la búsqueda de la hermana de Scully y "la conspiración") con capítulos "independientes" que trataban los temas más diversos dentro de lo paranormal. De esta manera, la serie tenía un hilo conductor que mantenía enganchado a la audiencia y además tenía pequeños paréntesis para que la gente no se cansara de tanto extraterrestre. Con todo el respeto del mundo, hay que señalar que en esta primera temporada, Chris Carter no tenía ni puñetera idea de quiénes eran los conspiradores y mucho menos cómo eran los extraterrestres. Todo son preguntas vagas e imprecisas que mantienen al espectador en un conveniente estado de confusión al más puro estilo de "Lost", pero respuestas no hay ninguna ni a Chris Carter se les había ocurrido todavía. Por ello, los conspiradores son el ejército y el gobierno así "en general" y los extraterrestres son lucecitas de colores en el cielo estrellado. Para encontrar las primeras respuestas hay que esperar hasta la segunda temporada, que es cuando Chris Carter tiene más o menos una idea de cuál es la verdad que está ahí fuera (aunque ya te digo, las respuestas llegan con cuenta-gotas y los misterios se estiran más que un chicle). En cuanto a los episodios independientes, pues hay de todo: momentos geniales y rollos patateros 100 por 100 plasta total. Entre los primeros, hay episodios de Oscar mayer, como el de "Hielo" un remake inconfeso de "La Cosa" de John Carpenter o "Beyond the sea" protagonizado por mi Scully del alma. Pero también hay capítulos que son lo más aburrido del mundo, como "Espacio" o "Genderbender", que no hay por dónde cogerlos de lo malos que son.
Por cierto, en España fue la Telecinco de Berlusconi quien emitió la serie y haciendo gala de la poca vergüenza de su presidente, la cadena hizo una campaña promocional que aseguraba que los expedientes X...¡estaban basados en hechos reales! ¡Toma castaña! Paradójicamente, aquí en España todo el mundo se lo creyó, al menos hasta el tercer episodio, que fue cuando salió el monstruo come-hígados que podía estirar los miembros, y por ahí sí que no.
En fin, señoras y señores, "The X-Files" marcó un antes y un después en la vida de todos los frikis del mundo, por eso Chris Carter, David Duchovny y Gillian Anderson se merecen un monumento.
SUSTOVISION
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8
28 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La realidad es una corriente eléctrica que recorre nuestro cerebro y nos dice que lo que estamos viendo, oyendo o tocando es “real”. La realidad material que nos rodea es objetiva y concreta, pero la interpretación que de ella podemos realizar se ve condicionada por muchos factores internos y externos. Elementos inocuos para algunos sirven como catalizadores para entender nuestro entorno como algo radicalmente diferente. La esquizofrenia y la paranoia son dos enfermedades que alteran la realidad supuestamente objetiva del individuo, lanzándolo a un viaje de pesadilla en el que todos son enemigos y no hay ningún lugar seguro. No sólo es ese constante fluir de ideas que te aterrorizan, sino también es la verificación a través de tus sentidos de esas ideas que te atormentan son reales. Nuestros sentidos, creados para interactuar con el medio, se vuelven en contra nuestra y facilitan nuestra caída en el abismo, ya que nuestra vista y nuestro oído están al servicio de nuestra locura y no de la realidad.
El viaje final de Trelkovsky en “El quimérico inquilino” (“Le Locataire”, 1976) es un paseo ejemplar a través de la esquizofrenia y la paranoia. Roman Polanski, al igual que hizo Buñuel con “Él” (1953) plasma los monstruos que produce el sueño de la razón, ese progresivo hundimiento en arenas movedizas de la cordura del que es imposible escapar solo. Pero una pregunta queda en el aire...Trelkovsky ¿estaba loco o le volvieron loco? ¿Quién era realmente Trelkovsky? Trelkovsky es un oficinista de origen polaco que busca vivienda en París. Al fin encuentra un apartamento libre cuyo anterior inquilino, una muchacha, hace pocos días que se ha tirado por la ventana y agoniza en el hospital. Trelkovsky entrará, sin proponérselo, en la vida de la anterior inquilina, descubriendo que tienen mucho en común. Poco a poco, la actitud censora de sus vecinos, la sordidez del entorno y los propios problemas personales de Trelkovsky desencadenarán un trágico final. Para vivir esta vida satisfactoriamente hay que abstraerse un poco de los elementos negativos de la realidad, al menos lo suficiente para que no te afecten de manera destructiva, porque esa destrucción conlleva a la autodestrucción. Trelkovsky era un hombre vulgar que vivía sumido en la mediocridad. Sin duda tenía “algo” que le hacía único y especial, quizás una mayor sensibilidad, quizás una visión más completa del mundo, quién sabe. Pero Trelkovsky se dejó vencer por esa mediocridad, creyendo que su imperfección lo hacía inferior a los demás (no soportar la propia imperfección es un rasgo de esquizofrenia). El ser humano es una cosa imperfecta y Trelkovsky nunca lo asumió, es más, estaba avergonzado de ello. En la primera “cita” con el personaje de Isabel Adjani, Trelkovsky se avergüenza de tener que ir al servicio a orinar y pone una excusa estúpida. También pisa el excremento de un perro y disimuladamente se limpia el zapato arrastrando el pie. Situaciones normales por las que todos pasamos y que no tienen mayor importancia, son insoportables para Trelkovsky. Por otro lado, está la ausencia de la reafirmación personal de Trelkovsky. Es un cero a la izquierda, todo el mundo le ningunea, le toma el pelo y le desprecia. Y lo peor es que él lo permite. Es incapaz de poner en marcha los mecanismos de defensa que permiten liberar la frustración de manera correcta y eficaz. Toda esa frustración no liberada se acumula en su mente hasta que termina por explotar. No es extraño que la identidad de Trelkovsky quede diluida en la de la antigua inquilina.
Pero “El quimérico inquilino” no es sólo una radiografía mental de un esquizofrénico-paranoide. También puede ser interpretada como un horrible cuento de terror (no olvidemos su final bizarro, con ese grito a lo Munch, que anuncia un eterno retorno angustiante). Polanski, en un principio, juega con el espectador, ocultando que las suposiciones persecutorias de Trelkovsky son fruto de su enfermedad mental. Nos identificamos con el protagonista y con las injusticias que padece. Sentimos su mismo terror cuando ve esas figuras ausentes por la ventana del retrete, figuras que se pasan horas de pie sin explicación alguna. ¿Es real lo que está viendo Trelkovsky o es fruto de su imaginación? Al final Polanski responde a esa pregunta, restándole terror a la película, ya que esa ambigüedad es uno de sus puntos fuertes. Pero, repito, queda ese escalofriante final en la cama del hospital...¿Quién es realmente Trelkovsky? ¿Existió alguna vez Trelkovsky o sólo fue la pesadilla de una mujer agonizante?
SUSTOVISION
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8
27 de agosto de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Historia macabra" es una de esas películas atípicas y extrañas que, sin ser obras maestras, permanecen en la memoria del espectador por la sutil truculencia de sus imágenes y situaciones. Tal como promete su título original, estamos ante una correcta historia gótica de fantasmas, con sus maldiciones generacionales, sus espectros vengativos, sus casas encantadas y sus putrefactos esqueletos en el armario (tanto literal como figuradamente), que por medio de risas siniestras, gritos desgarradores y sustitos de sopetón, pretenden acojonar al respetable público. Ajena a la corriente exploit de psychokillers halloweenienses ("Viernes 13" se estrenó dos años antes), "Historia macabra" sigue la senda retro iniciada por "El Resplandor" de Stanley Kubrick en 1980, intentando actualizar las viejas historias de fantasmas del siglo XIX en un contexto moderno y sin obviar (y esto es de agradecer) la fuerte carga sexual implícita de estos aparentemente inofensivos cuentos de terror.
El guión de la peli, firmado por Lawrence D. Cohen, pretende simular el esquema literario de la novela a la que adapta, por ello está lleno de flashbacks y situaciones en las que aparentemente no ocurre nada pero que son fundamentales para crear la atmósfera siniestra. Por eso aviso que el ritmo de la película es lento y que las escenas de terror per se son escasas (pero son muy impactantes), primando las escenas dramáticas (drama siniestro, apostillo) a las terroríficas. Fiel a su título, la película está formada por varias historias de fantasmas (que se entrelazan y poseen un mismo origen) ocurridas en diferentes épocas, las cuales condicionan fatídicamente el presente de los protagonistas. La represión sexual, el odio ciego y el deseo de venganza son los protagonistas del film y marcarán el planteamiento, nudo y desenlace de la película. A lo largo de la trama hay desplegadas numerosas pistas desconcertantes que sólo cobran significado cuando, en la recta final de la película, se resuelve el misterio y mientras llega la explicación, inquietan al espectador cosa mala (o buena, según se mire). La historia que cuenta no es muy original precisamente, aunque tampoco le hace falta porque el objetivo del director es reproducir a modo de homenaje los puntos fuertes de los cuentos de miedo góticos.
El elenco de personajes (en su mayoría masculinos) está formado por dos generaciones diferentes que comparten un deseo sexual reprimido y tortuoso. La generación de los ancianos está sumida en una tensión perpetua debido a un pecado sexual del pasado y tiene un montón de recuerdos reprimidos que la atormenta. Quizás por este motivo la sociedad gastronómica tiene esa afición morbosa por los cuentos de terror, para mitigar y a la vez refocilarse de alguna manera con aquello que intenta olvidar. Después tenemos la generación de los hijos, personificada por el personaje interpretado por Craig Wasson, que también vive reprimida sexualmente y que cuando aparece un espectro promiscuo que le concede todos sus deseos picantes, pierde la cabeza y se pasa todo el día en la cama retozando. Eso sí, cuando llega la hora de comprometerse, si te he visto no me acuerdo. La primera generación tiene miedo a asumir su verdadera sexualidad (gay o hetero) mientras que la segunda generación se deja arrastrar por el sexo desenfrenado (quizás porque también tiene miedo a asumir su sexualidad). Además de este análisis freudiano, podemos hacer también una interpretación en clave de lucha de sexos, en la que los hombres, debido a su ignorancia y brutalidad, perjudican a las mujeres, que lejos de ser figuras indefensas, poseen más valor y fuerza que los hombres y se rebelan contra la dominación velada masculina. Cabe destacar que los personajes masculinos del film están dominados por el miedo y la inseguridad, mientras que los personajes femeninos son seguros y decididos. Pero tampoco nos pongamos culturetas, que va a parecer que para ver la película hay que coger apuntes y todo.
En fin, "Historia macabra" es una película curiosa y extraña que bebe de varios géneros para crear una obra única y perturbadora.
SUSTOVISION
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9
10 de setiembre de 2016
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
A lo largo de su vida, Lucio Fulci hizo un montón de películas exploit con cuatro euros y mucho morro, aprovechando corrientes y tendencias para conseguir una audiencia que se quedaba encandilada con los golpes de efecto, las bestialidades surrealistas y gore del inefable director. Pues bien, de toda todita toda la filmografía de Lucio Fulci, "Aquella casa al lado del cementerio" es la más redonda y digestiva cinematográficamente hablando, es decir, es la menos incongruente, la menos oportunista, la menos gratuita, la que menos vergüenza ajena da, la menos incoherente y la más potable en general. Ni siquiera "El más allá", considerada la mejor película de Fulci, posee la mesura y la armonía de nuestra querida villa acanto del cementerio. Pero tampoco nos hagamos ilusiones, que los guiones de nuestro Fulci son a prueba de bomba y en esta ocasión tampoco faltan los momentos confusos, las contradicciones manifiestas, las preguntas no resueltas ni la espectacularidad de las escenas grotescas en perjuicio del hilo argumental.
Aunque el argumento de la película posee un deje Lovecraftiano (procedente de su antecesora "Miedo en la ciudad de los muertos vivientes"), el film puede clasificarse en la división de fantasmas y casas encantadas, siendo su mayor influencia "El resplandor" de Stanley Kubrik, (que la peli de Fulci aprovecha el tirón y canta una barbaridad a truco propagandístico). En ambos casos, el protagonista principal del film es un bien inmueble (un hotel en la peli de Kubric y una mansión de Nueva Inglaterra en la de Fulci), además de contar con un niño que tiene superpoderes y telepatía mutante, una madre sobreprotectora y gritona y un padre ambiguo y obsesionado con su trabajo. Pero como es habitual en las películas de Fulci, las semejanzas son aparentes y están encaminadas a llamar la atención de un público ignorante e ingenuo, ya que el cogollo del asunto es completamente diferente. Si "El resplandor" de Kubrik es una película de fantasmas fría y etérea, la historia de miedo de Fulci es visceral y caliente, fiel a su espíritu latino, con unos fantasmas de carne y hueso que son proclives al gore sin pudor y desenfrenado. No obstante, Lucio Fulci pisa el freno en cuanto a la casquería fina para darle protagonismo a la atmósfera siniestra y opresiva de la casa y su circunstancia, primando el ambiente angustioso y tétrico a lo meramente físico y salpicante (aunque de eso también hay). Por ello, asesinatos hay pocos, pero están bien repartidos al principio, en medio y al final del film, siendo cada uno de ellos una orgía de sangre y mal gusto, pero sin perjudicar ni menospreciar el hilo argumental ni la línea artística oscura y tenebrosa.
El trío protagonista de la película, formado por Paolo Malco, Katherine McColl y el niño cabezón, gira en torno a la casa de los fiambres, y cada uno de ellos reaccionará de manera diferente, según su idiosincrasia. El profesor Boyle afrontará los misterios de la casa con curiosidad e incluso obsesión, comportándose de manera sospechosa y ambigua y generando un montón de preguntas (que por supuesto Fulci no contestará); Su santa esposa, interpretada magistralmente por Katherine McColl, tiene más miedo que un perrito chico, pero eso no le impide ser una madre leona que por su niño es capaz de todo. A esta pobre mujer la casa la aterra y lo único que quiere es salir pitando, pero como el marido es un pesado, le toca hacer de tripas corazón; y después está el niño repelente, con más gachas que el puchero de mi abuela y con una tontería encima que no se puede aguantar. Al principio el niño pasará bastante del tema de la casa, y eso que el chavea ve espíritus que le advierten que la casa es un peligro, pero como el niño tiene sus juguetes, como que le da más o menos igual. Pero claro, cuando empieza a ver a los primeros muertos y el malo de la película le enseña el cuchillo, ni juguetes ni hostias, el niño corre más que Speedy González.
Pero hablar de la casa es hablar de su sótano, y hablar de su sótano es hablar del emérito Dr. Freudstein, un médico del siglo XIX que como hacía un frío que pelaba el día que murió, lo enterraron en el salón de su casa debajo de la alfombra.
Como ya dije en un principio, aunque la película se caracteriza por su atmósfera lúgubre y acojonante, lo que más nos divierte son las escenas de hachazos y destetes, propias del exploit italiano, y de eso la película también tiene. Sin ir más lejos, "Aquella casa al lado del cementerio" tiene el record guiness de mostrar unas tetas lo más pronto posible, concretamente a los 40 segundos de empezar el film. Por otro lado, los asesinatos son los más sádicos del mundo, llegando incluso al surrealismo hilarante, como la famosa escena de la escalera, con una violencia propia del coyote y el correcaminos de lo exagerada e hiperbólica que es. No te la tomas en serio pero te descojonas de risa.
Pero uno de los pilares que sustentan la película es su maravillosa banda sonora, compuesta por Walter Rizzati, habitual de las películas de Fulci y que el tío es un fenómeno en esto de la filarmónica. El tema central del film es una magnífica composición gótica mitad clavicordio mitad organillo que te pone los pelos de punta, y el resto de temas crean el ambiente preciso para inquietarte un poquito bastante.
En fin, "Aquella casa al lado del cementerio" es una gran clásico del terror exploit y la culminación de la creatividad artística de Lucio Fulci. Si el médico te ha recomendado que veas sólo una película de Fulci, que sea ésta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
SUSTOVISION
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