Qué potentes esos momentos de revelación en que una nueva verdad sobre ti mismo, tus deseos, tu vida y qué rumbo darle, te atraviesa, la sientes plenamente antes de llegar a entenderla del todo. Esta peli maravillosa nos narra cómo un médico anciano arrogante y con el alma un poco seca va experimentando una revelación de ese tipo. Los sueños que va teniendo, sobre aspectos concretos de su vida que él ha venido evitando o más en general sobre el paso del tiempo y el peso terrible de saberse desperdiciándolo; sus encuentros con escenarios y fantasmas de su juventud, de las vidas que perdió y que no llegó a tener; los personajes que se van cruzando en su camino, sobre todo esos jóvenes rebosantes de libertad, de espontaneidad y ganas de vivir, con los que comparte ratos y conecta... Todo va sumando a la toma de conciencia experiencial de este viejo al que se le cae la venda y por fin ve que ha vivido la vida sin vivirla, que lleva una existencia triste a base de no dar, no compartir, no experimentar, y que la cúpula desde la que mira con desdén el mundo no es más que la fortaleza en que se ha protegido del mundo porque no sabe nada y le da miedo todo. Es brutal ir acompañándolo en ese proceso, tan real y tan despiadado. Quizá un poco excesiva la transformación del comportamiento del pavo entre el principio y el final de la peli, en la vida real estas revelaciones sólo poco a poco, de forma muy poco lineal, se van filtrando en cambios visibles para el mundo..., pero bueno, a nivel narrativo la peli acaba donde tiene que acabarse y donde es satisfactorio que lo haga, no iban a alargarla innecesariamente para reproducir de forma más realista el ritmo de cambio en las prácticas del amigo, ¿no es cierto? En fin, a este pobre médico sueco le llega la toma de conciencia sobre las posibilidades que la vida ofrece cuando ya no le queda demasiado para mancharse las manos actuando y que le cunda, pero bueno, probablemente ver esta peli y digerirla bien puede ayudar a que el resto nos salvemos antes.

Pero es que sin embargo, la verdad sea dicha, me lo he llegado a pasar bastante bien viéndola. El placer morboso de lo grotesco, supongo, contemplar una espiral de mierda fuera de control (fuera del control de Keanu Reeves, claro está, las chicas controlan perfectamente casi todo lo que pasa). Un goce extraño en contemplar un sadismo puro y sin lógica aparente, y en ir viendo a una persona perder en poco rato el más mínimo control sobre su propia vida, aunque el muy idiota tarda bastante en darse cuenta de que lleva desde el principio a merced de las chavalitas... Cómo juegan con él, cómo desde que les abre la puerta no tiene ninguna posibilidad... Al contemplar todo eso aparece un disfrute extraño, difícil de entender hasta para uno mismo, turbio en realidad y desde luego morboso, te sale el tatarabuelo romano en el circo babeando por ver al cristiano despedazado o algo así, no sé... Un disfrute extraño pero no por ello menos real. Además, hay algunas escenas, sobre todo en la parte final de la peli, que visualmente son la bomba. Esa casa DESTROZADA, pintorreada, ni un retrato familiar u obra de arte de la esposa sin vandalizar, ni una foto de los hijos sin sexualizar...: no puedes dejar de mirar. Igual cuando ya han enterrado al pavo hasta el cuello, esa cabeza de cabezón de Art-Attack a ras de tierra chillando e insultando enfervorecido, los ojos locos, pero al mismo tiempo en la impotencia más absoluta; y unos minutos después lo dejan mirando en bucle su propio vídeo en Facebook con Ana de Armas encima suya y su credibilidad social desintegrándose... Muy bestia. Lo dicho antes, gratuito y sin sentido, pero de una forma oscura y morbosa te lo pasas bien.

Si las imágenes de lava, magma y fuego en todas sus formas recogidas en este documental fueran efectos visuales, serían los efectos visuales más alucinantes que has visto en un tiempo largo. Pero..., ¡no lo son! Lo cual, claro, sólo va a ayudar a volarte la cabeza más todavía. Si estás entre ese 99% de mortales que nunca se ha asomado al desfiladero de un volcán y no parece que vayas a hacerlo nunca, si no sabes qué aspecto tiene el metal líquido incandescente cuando explota en una burbuja de aire y se queda impregnado en una plasta densa de negro magma..., tengo buenas noticias para ti.

En esta peli Herzog explora (y es esto, chavales, "explora", no "da una clase de primero de carrera" —para las críticas que dicen que qué disperso) explora la potencia colosal, difícil de procesar, del contenido de la Tierra cuando tiene una fuga y lo medio vislumbramos. La mierdecilla irrelevante que somos frente a eso, el hondo sentido de reverencia que de forma muy natural y muy sana nos nace. La peli te cuenta esto, primero, dejando que lo sientas sin tenértelo que explicar: las tomas de metal incandescente salpicando el magma plastoso y todo eso. Cataratas de fuego naranja de 20 metros, tsunamis de humo devorando montañas..., una pasada, sólo con esto sería para no perdérselo.

Pero además, Herzog alterna estos cortes con salidas de campo a puntos calientes de contacto humanidad-volcanes. Cada relato es distinto, pero todos están atravesados por el desequilibrio salvaje de fuerzas entre la arramplante enormidad del volcán y..., en fin, nosotros. La mayoría hablan de creencias y mitologías construidas en torno a un volcán: cultos cargo melanesios, la montaña de la Revolución en Corea del Norte, epopeyas nórdicas sobre la muerte del Valhalla a manos de Cristo..., todas esas historias resulta que tienen lava y cráter. Pero no todas van en esa línea. En otra especialmente fascinante te lleva Herzog a la cuna etíope del ser humano, y te enteras que aprendimos a usar cuchillo con la obsidiana que escupió el volcán local.

En fin, una hora y media de recorrido, muy visual y muy poco lineal, por una fuerza avasalladora de la naturaleza ¡Una hora y media de gozada!