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España España · Cáceres
Críticas de Sinhué
Críticas 1.379
Críticas ordenadas por utilidad
8
1 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basándose en la novela de Catherine Rihoit, adaptada por Sergio Amidei y el propio director, se nos cuenta, en La noche de Varennes, un ajetreado viaje que comparte una parte de verdad (el intento de huida de Luis XVII y su esposa, María Antonieta) y una interesante ficción que congrega en torno a la familia real, de forma accidental, a una serie de personajes que no andaban muy lejos de aquellas primeras estribaciones de la revolución francesa. Así, Casanova, Restif de la Bretonne y Thomas Paine, por mor del destino, acaban compartiendo calesa con alguno de los fugados y su séquito.

Los puntos de vista en cuento a la monarquía y el avance de las ideas revolucionarias se van desgranando en varias etapas, y el reducido espacio obliga a intimar a personas de distinto parecer y despierta intelectualidad.

El timón firmemente empuñado por uno de nuestros capitanes favoritos (Ettore Scola), conduce la nave con destreza y suavidad permitiéndonos pasar de la palabra a la acción, del paisaje al interior de los albergues del camino, del momento histórico a la individualidad de cada uno de los partícipes. De manera que no resulta difícil entrar en el coche de caballos y oler los excesivos perfumes de las damas, y comprobar como se cuartean los afeites de Casanova o cómo la capa del erotómano Restif se solidifica con el sudor y el polvo.
Muy próxima se siente esta recreación de una narración que pudo ser perfectamente factible, ya que todos aquellos que la integran se hallaban en esas fechas por territorio francés.

La interpretación de grandes actores hace más creíble esta road movie fabulosa.
Sinhué
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9
21 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando las leyes y los gobiernos no defienden a los ciudadanos, algunos de ellos, sobre todo quienes se sienten injustas víctimas de la "enfermedad de la pobreza", deciden actuar. Podría ser un escueto resumen de Comanchería que serviría a quienes están considerando este thriller de Mackenzie como simpático e interesante; pero pequeño. No sé si este término, usual para quienes viajan a Liliput, se utiliza para restar importancia o para enseñar que se pueden guardar todas las esencias del buen cine en una lata pequeña; pero en definitiva priva de título nobiliario a una obra que se lo merece.

Este western moderno tiene muchas virtudes y muy pocos defectos, y bajo su serena verdad y evidencia, dormitan algunas cargas de trilita forradas con inteligente filosofía. ¿Por qué hemos de admitir que los bancos nos roben y está tan castigado el hecho inverso? Toby Howard tiene algunas ideas al respecto que si muchos las pusiéramos en práctica puede que cambiaran las relaciones entre administradores y administrados.

Fideicomisos e hipotecas inversas, créditos leoninos a favor del usurero, fraudes vendecidos, contratos sembrados de minas, lenguaje comercial preñado de hirientes eufemismos, letras pequeñas y argucias jurídicas... Notarios que juegan al dominó con los banqueros, tretas de trileros diplomados, políticos que son yernos o cuñados del presidente de la petrolera... Policías que persiguen el supuesto hurto de quienes han sido hurtados y, a sabiendas del error, llegan hasta el final por que, aunque actúan bajo un código equivocado, ellos son "profesionales".

A lomos del inquietante y sólido esqueleto musical de Nick Cave y Warren Ellis, cabalgamos las áridas llanuras texanas, antaño paraíso comanche, en las que hace tiempo dejaron de dar sombra los árboles de la justicia social, para dar paso a la imbatible grama de la corrupción.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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7
7 de marzo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como revolotear sobre un album de fotos de la abuela; uno de aquellos en que se han despegado las esquinas adhesivas y las estampas dentadas se han quedado pegadas sobre las páginas, que ya no son soporte físico, si no abanico del tiempo. Al hojear ese tomo de cartones y recuerdos, del que los actores principales han ido haciendo mutis, algunos con más discreción que otros; nos han ido llegado los olores de entonces (de nuestra infancia); aquellas coplas de ciego que las mujeres cantaban mientras fregaban con lejía los peldaños de madera maciza; los vareadores de lana rompiendo la borra al comienzo del verano, para convertir en nuevos los viejos colchones; los misterios de las dulces miradas, de las torvas, de las risas de los niños; el color especial de los días de fiesta y la deslumbrante llegada de las vacaciones... Eso es este Tren de sombras de Guerin, un adormecedor traqueteo de lo que fue, de lo que pudo haber sido y de lo que, ahora, imaginamos que podía estar sucediendo. Y la entrada en los largos túneles, cuando los vagones no disponían de luz diurna, deben ser las fases del olvido; las oscuras ráfagas tintadas de la memoria.

Contar una historia plena de elipsis, de reflejos, de palabras que nunca se pronunciaron, de muecas indescifrables, de pestañeos cómplices, de sospechosas inocencias... Pintar un ayer con sombras , a veces frescas y otras amenazantes, que se extienden hasta nuestros días, es también tarea de los poetas.
Sinhué
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10
13 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Disfruté, me reí, me dió que pensar, sufrí con la tragedia del desempleo, deseé lo mejor al que no se lo merecía; fuí, como Bruno Davert, una cáscara de nuez en medio del océano. Víctima también del paro y de la fortuna, de la angustia y el desahogo, de un mal sueño y un cruel despertar.
Uno de los muchos méritos de Costa Gavras (y de José García) en esta completísima obra, en la que convergen un montón de géneros, es la total identificación que tenemos con el protagonista desde el comienzo. Y allá que nos vamos con él; a limpiar el camino de rivales y candidatos. Como sea. De día o de noche, con sol o lluvia, con elegancia o chapuceramente; con las manos, una pistola, un cuchillo, el auto... o a mordiscos. Somos tan profesionales como él, somos sus alter ego a este lado de la pantalla.

El director ateniense que tan acostumbrados nos tiene a lo certero de sus denuncias; en una sociedad injusta y controlada por el dinero y sus secuaces, por los fanatismos ideológicos y los desmanes de ejércitos, religiones y multinacionales; utiliza en esta ocasión un arma diferente al análisis concienzudo de otras ocasiones, pero tan eficaz como aquel: el sarcasmo.
Los dardos de esta burla sangrienta los lanza claramente, el griego, contra un sistema en el que los trabajadores solo cuentan cuando sirven para multiplicar los beneficios de la empresa. En el momento en que consideran que hay máquinas más eficaces o esclavos sin derechos, que quintuplican sus montoncitos de oro, hacen salchichas con sus antiguos colaboradores.
Se pregunta Constantino: ¿ser inmoral en un mundo tan pésimo, será delito o defensa propia?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sinhué
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8
13 de febrero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El resultado y las situaciones surrealistas que acarrean las burocracias pueden afrontarse de diferentes formas. Desde el "vuelva usted mañana" español; pasando por la mastodóntica, triste y subterránea acumulación de documentos, según Saramago, de "Todos los nombres"; las pesadillas recurrentes del ciudadano versus la administración (Kafka)... o el cachondeíto caribeño para con los camaradas funcionarios y las líneas públicas de transporte.

A esta última modalidad se apunta Juan Carlos Tabío, discípulo aventajado del gran Tomás Gutierrez Alea, utilizando el humor como válvula de escape y como parche de casi todos los problemas.
No hay mal que por bien no venga, reflexionan también los cubanos, y haciendo virtud de la escasez, magia con la imaginación y trampillas, basándose en las enseñanzas de Lázaro de Tormes, transforman lo que para otros sería un drama de incalculables consecuencias, en una lección de vida; porque hay cosas más importantes que engordar el ego, y tienen que ver con la vida de los otros y con el bien común.

Una estación de autobuses puede ser un lugar de desesperante espera, pero también punto de partida de grandes cosas. Buena realización y simpáticas interpretaciones.
Sinhué
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