Cuando Robert De Niro realizó y protagonizó en 1993 “Una historia del Bronx”, pensé que no tardaría dejar la actuación para dedicarse únicamente a la dirección. Claro que por entonces, el guión con el que contaba para su debut tras la cámara era de su amigo Chazz Palminteri. Tuvo que pasar mucho tiempo para que De Niro dirigiera su segunda película. Si echamos una mirada a su filmografía más reciente, De Niro no ha hecho nada bueno desde que nos sorprendiera con una grandísima actuación (de las que eran suyas) en “Grandes Esperanzas” (Alfonso Cuarón, 1998).

Centrándonos en el presente, Eric Roth, ganador de un Oscar por una adaptación (bastante libre pero muy fresca) de “Forrest Gump” (Robert Zemeckis, 1994) vuelve a enredarnos con demasiados nombres, demasiado de todo y demasiado de nada. Vamos, que ha vuelto a hacer Munich (del Midas de oro, 2005) y a alejarse de guiones más complejos, completos y mejor finalizados, como las dos colaboraciones con Michael Mann (“El dilema”, 1999 y “Alí”, 2001)
La película, es una muestra de una gran técnica. A destacar una gran fotografía. La duración es excesiva, tanta que al final, la película llega a aburrir. Matt Damon me vuelve a dejar bastante indiferente. En el caso de la Jolie aún no tengo claro si estuve presenciando una buena caracterización o una actuación lamentable. Lo dejo para que el tiempo me aclare las dudas, sin duda pondrá cada cosa en su lugar.
En definitiva, una película con falta de ritmo que pudo ser mucho más interesante si hubiera sido mucho más corta y un final malo. Si, es un buen pastor…para contar ovejas y dormir.