De la banalidad del mal habló Hannah Arendt al referirse a la irresponsabilidad funcionarial de muchos criminales nazis. A las múltiples causas que podrían explicar las conductas malvadas del ser humano habría que añadir -como bien nos recuerda esta película- el aburrimiento y la necesidad de fabulación. Los jóvenes criminales que aparecen en esta película se parecerían, en este sentido, a los denominados "criminales de juegos de rol". Pero no hace falta ser un criminal para disfrutar con la crueldad y el sufrimiento. Es bien sabido que la bondad generalmente aburre, mientras que a maldad, en sus diversas gradaciones, constituye la materia prima de la cual se nutre la industria del entretenimiento. Eso es así porque en alguna parte, oculta dentro de nosotros mismos, existe un almacén de energía negativa, un instinto de muerte o como queramos llamarlo, que se nutre con el dolor y el sufrimiento ajeno. Y a veces incluso con el propio.

En este caso, sin embargo, y aunque Haneke ha tenido el detalle de situar la violencia física fuera de la visión del espectador, la extrema y gratuita violencia psicológica que se nos muestra hace muy difícil que podamos digerirla y menos aun disfrutarla mínimamente, a menos que no sea uno un psicópata de la misma calaña que los dos perversos protagonistas. Viéndola, me ha pasado algo parecido a lo que me sucede cuando conduzco por delante de un accidente de tráfico y disminuyo la velocidad para ver si puedo atisbar algo, fascinado por la tragedia de la cual afortunadamente acabo de librarme y que casi me parece la escena irreal de una película. Desde el punto de vista del cerebro reptiliano por otra parte, no puede uno evitar pensar que los miembros de esta familia castigada por los crueles juegos de dos psicópatas son unos verdaderos inútiles. No entraré en detalles, pero los intentos de escapada son de una torpeza y una estupidez tales, que está uno tentado a pensar que lo que les sucede se lo tienen merecido por tontos y por torpes.

Lo que está claro es que si uno de los objetivos del arte es provocar al público, esta película lo ha conseguido plenamente. No solo por la manera de plantear un tema tan escabroso, sino también por los procedimientos narrativos escogidos, tan alejados de los clichés del cine "mainstream" de Hollywood.