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España España · Madrid, Jaca
Voto de jaly:
7
Drama En plena postguerra, Pepita (María León), una joven cordobesa, abandona su aldea y viaja a Madrid para estar cerca de su hermana Hortensia (Inma Cuesta) que está embarazada y en prisión. Una vez en la capital, se enamora de Paulino (Marc Clotet), un valenciano de familia burguesa que sigue luchando en las montañas de la sierra de Madrid. (FILMAFFINITY)
23 de octubre de 2011
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los países películas basadas en su imaginario colectivo, en su historia, y en temas que -aparentemente- interesan a la gran mayoría de los espectadores de ese país. Por eso en Inglaterra, su famoso clasismo y la compleja historia de sus estamentos sociales y de la nueva burguesía se refleja año tras año en cintas de época como Lo que queda del Día, Elizabeth o la serie Downtown Abbey. Estados Unidos refleja constantemente su sueño de los héroes anónimos que salvan a la humanidad, a su país, y a su cultura, una vez tras otra (sólo este verano les han salvado Thor, los X-Men, el Capitán América, Linterna Verde...).

En España, el tema estrella de nuestra cinematrografía es la Guerra Civil, la posguerra, y los años del franquismo. Cada año, una o varias películas llegan a la cartelera, con la indudable virtud de tratar de mostrar esos años tan negros de nuestra historia y de denunciar las injusticias que cometieron, pero también con el defecto de que es difícil no entrar en hartazgo, en la comparación con la película de turno anterior, o simplemente, en la capacidad de innovar.

La Voz Dormida adapta una novela que es una obra maestra, que cuenta una historia que merece la pena contarse. Hay momentos en su metraje (de lo más entretenido, por otra parte), que consiguen impresionar por la galería de, con perdón, cabronadas, que esa serie de seres, sin perdón, verdaderos hijos de puta, hicieron con tanta gente inocente, o simplemente aquellos que pensaron diferente. Está claro que en la guerra hay siempre muertos en los dos bandos, pero de ahí a la tortura, el fanatismo y la injusticia, hay un paso muy grande.

Pero pese a la novela en la que se basa, a la historia que cuenta, al prestigio y la funcionalidad de Benito Zambrano, y al buen hacer de su reparto, La Voz Dormida no es la obra maestra que tan desesperadamente quiere ser. Por un lado, no hay nada especial que la diferencie de otras películas de similar temática (un símil: los Batmans de Nolan si son obras maestras, porque, entre otras cosas, no se parecen en nada a esos super héroes antes nombrados), y a pesar de su buena ambientación, la textura de su imagen y su recuerdo visual se parece demasiado a otras del montón.

Y el otro problema, casi más grave, es el enfoque que se hace de los protagonistas (no todos, María León es excepcional, un verdadero personaje, en una labor fascinante) del relato. Porque más que personajes, esos protagonistas son ideas que el director y los responsables quieren trasmitir de distintas piezas en juego en esos años. Son dibujados con un único trazo, no tienen claroscuros, están en todo momento al borde de la lágrima, o completamente sumidos en ella. En definitiva, no son personajes “vivos”, no son personas “reales”, no al menos como sí lo es el de María León, una hermana excepcional y el detalle más épico, doloroso, profundo y emocionante de este nuevo retrato de los barros de nuestro pasado.
jaly
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