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España España · Salamanca
Voto de La Maga:
8
Drama. Comedia Raimunda (Penélope Cruz) es manchega, pero vive en Madrid. Está casada con un obrero en paro (Antonio de la Torre) y tiene una hija adolescente (Yohana Cobo). Su hermana Sole (Lola Dueñas) se gana la vida como peluquera. Ambas echan de menos a su madre (Carmen Maura), que murió en un incendio. Pero, inesperadamente, la madre se presenta en casa de su hermana (Lampreave); después va a ver a Sole, a Raimunda y a Agustina (Portillo), una ... [+]
18 de marzo de 2007
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pedro Almodóvar rinde un emotivo homenaje a la maternidad a través del retrato de tres generaciones de mujeres en su 16ª película.

Fue La mala educación una desafortunada venganza. Excesivamente ambiciosa, su incursión en el género más seductor, el film noir o cine negro, le salió rana a Almodóvar. Sus ínfulas hitchcockianas desconcertaron a propios y extraños, pero seguían confirmando una nueva etapa - iniciada a partir de La flor de mi secreto, 1995 -, digna de alabanza, más acorde con la evolución de un autor que no desea enquistarse. Las reacciones no se hicieron esperar, Almodóvar exigía el apelativo maestra para su obra, y como los reconocimientos no llegaron, decidió pagar su enfado con la Academia, de la que se desligó indefinidamente.

Tal vez para cerrar esta etapa, tal vez para recuperar el favor de la crítica – el del público, por lo que sugerían las arcas, ya lo tenía -, Almodóvar se recupera a sí mismo de la espiral narcisista que lo envolvía, y coincidiendo con la retrospectiva que la filmoteca de París le está brindando – es la segunda exposición monográfica dedicada a un cineasta, tras el mítico Jean Renoir -, vuelve a sus raíces, se olvida de la percepción que el mundo tiene sobre él, y lo más importante, crea cine, de altos vuelos.

Un Almodóvar más comedido y natural, con su habitual dominio técnico - una cuidada factura de distintas tonalidades - regresa al seno materno, y la patria que es su infancia, para conmover incluso a los más escépticos. Con las dosis justas de sentimentalismo, extravagancia e impostación, con una mezcla insólita e inverosímil, pero a la postre acertada, del surrealismo, el drama, la intriga criminal, el costumbrismo y la comedia del equívoco, rinde homenaje a unas mujeres que sobreviven al viento solano, el fuego y la muerte a base de un valor y una vitalidad sin límites. Solemne, discreto y personal, Almodóvar sortea los baches de su estilo, convierte el plano más anodino en una lección de cine, y con espíritu conciliador, se alía con su reparto, en el que sobresalen dos nombres: una Penélope Cruz (atención al tango versionado por Estrella Morente) demoledora, mejor actriz que nunca, y una Blanca Portillo que construye una mujer de pueblo veraz, personaje imprescindible, paradigma del dolor, los secretos de nuestro árbol genealógico, del fino hilo que no deja de unir dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, y de la bondad irreductible de las mujeres.

En definitiva, Volver es, como bien acuñó Vicente Molina Foix, todo un Almodrama. Se construye la feminidad a través de la irreverente y amorosa mirada de un gay que ha crecido rodeado de mujeres que lo adoran y que se encuentran al límite. Y es que, cuando una mujer llora en una peli de Almodóvar, estamos ante un suceso jadeante, palpitante y aristocrático. Sólo una pega: ¿para cuándo unos retazos de mundo masculino?
La Maga
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