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Voto de SEÑOR SPINALZO:
7
Drama. Romance Falta sólo una semana para el 45º aniversario de su boda, y Kate Mercer está muy ocupada con los preparativos de la fiesta. Pero entonces llega una carta dirigida a su marido, en la que se le notifica que, en los glaciares de los Alpes suizos, ha aparecido congelado el cadáver de su primer amor. (FILMAFFINITY)
14 de diciembre de 2015
26 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida en pareja es siempre una montaña rusa de momentos buenos y malos que hay que saber superar. Pero, ¿cómo lidiar con la idea de que tu vida no ha sido más que una pantomima? Esta la gran pregunta que plantea esta película sobre un matrimonio sin hijos que inicia ya el camino de la vejez. Una nueva etapa vital que se rige más por mantener vivos los recuerdos del pasado, que por avanzar a través de nuevas experiencias y elecciones vitales. Pero, el problema surge cuando dichos recuerdos pueden hacer tambalear toda una vida. Una simple carta sobre una antigua novia muerta es el detonante para preguntarse si los 45 años del título han sido realmente una farsa. He ahí que lo que iba a ser una fiesta de celebración acabe por convertirse casi en una penitencia. Sólo seis días son necesarios para mostrar esta transformación a través de sus dos personajes principales, unos fantásticos Tom Courteney y sobre todo Charlotte Rampling. No en vano, estamos hablando de una de las actuaciones más sólidas de la actriz británica, avalada ya por importantes premios, y para nada descartable para llevarse el Oscar en la próxima edición.

Una cinta tan madura en su factura como sus personajes protagonistas, toda una sorpresa teniendo en cuenta la juventud de su director Andrew Haigh. Sin duda, estamos hablamos de un auténtico valor en alza que ya había dado muestras de originalidad en su anterior trabajo “Weekend”. En este su tercer largometraje se confirma como un autor que sabe explorar los sentimientos y anhelos de sus personajes, especialmente en aquellos que atañen a las relaciones de pareja. A esto, debemos sumar una mirada particular fundamentada en su cámara distante, pero siempre atenta a los mínimos detalles que son los que realmente enriquecen el conjunto final.

Un film que se suma a la nómina de propuestas en torno a matrimonios en su última etapa vital, a estas alturas casi un subgénero con identidad propia. Piénsese en obras maestras de los últimos años como “Saraband” o “Amour”, dos títulos cuyas influencias son casi inevitables. Si a estos referentes fundamentales le sumamos el saber hacer de su autor, el resultado es una de las películas imprescindibles del año. Una muestra en la que todos sus elementos, desde el ritmo pausado hasta las controladas situaciones, sirven para edificar un relato totalmente cohesionado y consistente. En definitiva, una cinta que cuenta más por lo que calla que por lo que habla, una capacidad no siempre al alcance de todos en el mundo del cine.
SEÑOR SPINALZO
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