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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
3
Fantástico. Acción La Agencia para la Investigación y Defensa Paranormal (AIDP) encomienda a Hellboy la tarea de derrotar a un espíritu ancestral: Nimue, conocida como "La Reina de la Sangre". Nimue fue la amante del mismísimo Merlín durante el reinado del Rey Arturo, de él aprendió los hechizos que la llevaron a ser una de las brujas más poderosas… Pero la locura se apoderó de ella y aprisionó al mago para toda la eternidad. Hace siglos consiguieron ... [+]
21 de julio de 2020
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Nueva adaptación del famoso cómic de Mike Mignola que ya una vez adaptó Guillermo del Toro con, al contrario que esta, exitoso resultado. Basándose en el mundo contemporáneo y con mucha más sangre, Neil Marshall capitanea este reboot aglomerando el rico trasfondo de la novela gráfica en una película de dos horas, olvidándose de dos cosas; ofrecer un entretenimiento rico en acción y que, tanto argumento como personajes tengan algo que ofrecer más allá de rellenar espacio en el plano. Hellboy (David Harbour) deberá parar el ansia de destrucción de La Reina de Sangre, Nimue (Milla Jovovich), antaño despojada de su poder por Excálibur, espada guiada por el Rey Arturo en compañía del mago Merlín, y resucitada por enemigos a los que el demonio sin cuernos había privado de algo. Todo ello mientras se debate la salvación de la humanidad o el apocalipsis de la misma de manos de Hellboy.

La fantasía es el único género que prevalece, ya que la acción se cuenta por escasos minutos, la aventura nunca se presenta como tal por una infame planificación tanto del guión como del storyboard (de ahí los frecuentes errores de montaje y seguimiento secuencial) que no conceden la más mínima sensación de progreso hacia el desenlace, delimitándose a episodios del protagonista luchando contra engendros que preceden a diálogos los cuales no aportan nada a una trama tan pobre. Por otro lado está la comedia, que se alterna con el slapstick, y que es tan penosa que no voy a malgastar líneas hablando de ella. Por todo ello, ni si quiera se sabe hacia el público que está dirigido, ya que por un lado está el 'gore', muy entrecomillado, y la comedia pueril.

Al menos, el tema principal, basándose plenamente en el conflicto interno de Hellboy, se mantiene y aunque con formas muy superficiales, se consigue transmitir. Las decisiones que toma un hombre, o un demonio, para llegar a ser hombre, luchando contra un destino sentenciado y el juicio sobre cuál es el mal y cuál es el bien, sobre lo justo o lo injusto, sobre la humanidad o el mundo de las bestias. La represión de lo que eres y cómo el mundo te ve y valora por lo que pareces, con la deshonrosa hipocresía sobre lo desconocido y la necesidad de las personas de etiquetarlo desde el miedo. Se usan más personajes para apoyar la idea que sustenta el menesteroso argumento, tan frívolos como la misma, que son Ben Daimio (Daniel Dae Kim) y el Gruagach (Douglais Tait), enfrentando dos ángulos de opinión diferentes mientras que apoyan a los portadores de la discusión: Hellboy y Nimue.

Para ser una película que puede brindar un espectáculo glorioso de acción y fantasía con un tono más adulto, el pésimo guión de Andrew Cosby y Christopher Golden hace que las dos horas de duración sean interminables y soporíferas. Comenzando con un preludio que sirve como antecedentes sobre el incidente del Rey Arturo y la bruja Nimue (en blanco y negro remarcando el rojo de la capa de la antagonista, dando una falsa dramatización y ensalzamiento del deseo pendenciero de Nimue, pareciendo una parodia del trabajo de Steven Spielberg en La lista de Schindler, 1993) como se hizo en Hellboy 2: El ejército dorado (Guillermo del Toro, 2008), pero sobrevenido malamente con una puesta en escena patética sobre un incidente que no aporta nada más que una visualización prematura de la estética que va a mantener Marshall durante la película. A partir de ahí se realizará un planteamiento incidiendo en el conflicto, presentando unos personajes que literalmente no aportan nada, como el ya citado Ben Daimio y Alice Monaghan (Sasha Lane) entre otros, y adoptando una narración episódica que obvia unas elipsis estructurales lógicas y entorpecen un ritmo ya de por sí lento, mostrando secuencias irreverentes como el altercado del Gruagach en el convento o el flash-back explicativo del nacimiento de Hellboy, por ejemplo. Todo ello hasta que, por descarte, inciden en espacio las acciones para dar paso a un desenlace tan carente de épica que también se podría haber suprimido. Y, por supuesto, con el clásico problema interpersonal entre Hellboy y su padre Trevor Bruttenholm (Ian McShane) que está más que mascado desde la primera toma de contacto entre ambos personajes.

Por otro lado, los efectos especiales funcionan a ratos, siendo los más llamativos los de las criaturas que aparecen, donde los atractivos diseños desempeñan el mayor impacto visual más allá del maquillaje, como es el caso de Baba Yaga (Emma Tate), secundario que aún lleno de incongruencias, acapara más interés que la antagonista. El elenco cumple, sin más, aún habiendo interpretaciones lamentables como la de Sasha Lane o Brian Gleeson (Merlín) que no importan mucho ya que sus personajes terminan importando un carallo.

La técnica cinematográfica, ausente de cualquier tipo de lenguaje, opta por el espectáculo visual sin resultados. Por último, el brebaje aleatorio de Benjamin Wallfisch para la elección de la banda sonora no se acopla nunca, en ningún fotograma, a las imágenes. Aparte de emplear música de moda de tropecientos estilos para tratar de situarnos en un tiempo coétaneo, con canciones de Rosalía o Los Lobos.

Una lástima lo mal planteado que está este producto, teniendo tan buen equipo y una idea fija se precipita en un pozo de confusión donde el impacto termina de exacerbar un resultado abocado a las llamas del infierno desde la presentación del tráiler. (2.5).
Tiggy
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