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España España · Cáceres
Voto de Tiggy:
7
Drama Nishida, un estudiante pobre, se instala en una miserable pensión, situada cerca de una base aérea americana. La casera es una viuda acostumbrada a la vida de los bajos fondos. La prostitución y el mercado negro son las constantes de la zona y de la vida de sus habitantes. (FILMAFFINITY)
30 de mayo de 2020
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película en la filmografía de Masaki Kobayashi que sirve para indagar en la figura del maestro nipón a partir de una historia que se centra en un barrio de mala reputación en la capital de Japón durante la ocupación americana tras finalizar la Segunda Guerra Mundial, donde un humilde estudiante universitario, Nishida (Fumio Watanabe), el cual se acomoda en una comunidad de vecinos disfuncional, tendrá que lidiar con los intereses del jefe pandillero de la zona, Jo (Tatsuya Nakadai) mediado por un amor que se torna complicado.

Distanciándose completamente de los géneros que lo catapultaron a la fama, el director hace una representación de la infame sociedad japonesa con una sociedad de vecinos cuyos únicos intereses son los propios, denotando un carácter extremadamente egoísta y envidioso sobre sus iguales, con una codicia económica intrínseca en sus personalidades, evitando los pagos y dedicándose a negocios como el proxenetismo y la prostitución. Nuestro protagonista, Nishida, no es otra cosa sino la víctima de un modelo social aplastado por las consecuencias bélicas que asolaron Japón, empobreciendo aún más a los pobres y enriqueciendo aún más a los ricos. Dentro de esa situación, la extorsión de Jo, el cual tiene acobardado a todo el barrio, hará movilizarse al protagonista en pos del amor de una joven, Shizuko (Ineko Arima), humillada y ultrajada por el peligroso matón. El género histórico es el que más precede para describir esta película por la búsqueda del realismo que ejerce su director usando como excusa un romance dramático poco convencional. El director también hace pequeñas incisiones a través de diálogos muy cohibidos sobre la relación entre propietario e inquilino, extrapolándose a capitalismo frente a comunismo o clase obrera, por ello, la búsqueda de realismo del director se basa principalmente en los aspectos económicos, sociales y políticos de un país apagado.

Las interpretaciones del extenso elenco están bastante bien representadas, aunque en ocasiones de manera histriónica por los secundarios, pero solventes en lo que concierne a complementar el personaje de Watanabe y mostrar la ruina personal, narrada en forma de pequeños capítulos durante la trama, de las familias de inquilinos que componen el complejo vecinal. Al actor fetiche de Kobayashi, Tatsuya Nakadai, lo observamos cómodo desempeñando un papel fuera de su zona de confort, haciendo de líder yakuza a la vez que transmite crueldad, egocentrismo, megalomanía y obsesión. Este último sentimiento resulta uno de los aspectos más impactantes de la cinta, ya que desemboca en una relación tóxica entre Jo y Shizuko fundamentada en el chantaje, la sumisión y la vejación por grado de poder, aún ella enamorándose de él en una primera instancia a pesar de todo.

A pesar de ser muy buena película, se me ha hecho cuesta arriba en principio por un guión lento y por una dirección muy franca en el sentido de que el único interés del director es tratar de representar de la manera más verosímil en entorno a través de planos estáticos y fijos que emplea durante toda la película, y alguna panorámica ascendente para mostrar la pobreza del barrio mediante la fotografía de Yuuharu Atsuta.

Los personajes, incluyendo los principales, experimentan una nula evolución excepto Shizuko, conociendo sus personalidades desde prácticamente el planteamiento, lo cual tampoco ofrece grandes posibilidades de sorprender por ello o por las relaciones que mantienen sus personajes entre sí. Aún cuando la historia peca de ello, Kobayashi mantiene una atmósfera espectacular de tensión creciente entre Nishida y Jo, incluso cuando comparten plano y sus diálogos no desprendes agresividad, que tan bien nos consigue transmitir.

También se puede apreciar cierto carácter autobiográfico por parte del director que reside únicamente en la figura de Nishida, estudiante universitario, ya que, aparte de que él mismo ha vivido esa época, se graduó en 1941, cuatro años antes de terminar la guerra. En la personalidad del protagonista se observa un temple pacifista y tranquilo, al igual que Kobayashi, aparte de que ambos comparten una forma de vestir muy similar. De esta forma, Kobayashi, representado mediante Nishida, explora la condición humana con los integrantes del complejo residencial y su interacción con el protagonista, dando bastante importancia a los soldados americanos, representados como brutos borrachos obscenos, posiblemente debido a la animadversión del director hacia ellos tras haber sido tomado como prisionero por los mismos durante la guerra de Manchuria.

Es un visionado muy lento, pero ese ritmo es necesario para poder mostrar con certeza lo que el director pretende, no obstante, se habría agradecido mucho una dirección más dinámica que no aburriera al espectador, usando recursos más vistosos y propios del cine del maestro. Aún así, es un completo barrido de la sociedad japonesa con los ojos de Kobayashi, y una pieza importante en su trayectoria para conocerlo mejor como director y como persona.
Tiggy
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