Un chiste de los malos, tan malo, tan malo que parece hecho malo aposta, surrealista. La única manera de tomarse esta película es cómo lo hace el novio de la Pataky, burlándose de ella.

Al margen de lo mala que es, la película es un compendio de los chiclés ya habituales de la ideología progre obligatoria, empoderamiento enfermizo, minorías étnicas con un comportamiento ejemplar, blancos malos estúpidos traidores corruptos, blancos racistas de ultraderecha, falta la pareja interracial y el componente LGTB, pero se ve que con tantas tramas complejas y tantos diálogos sesudos, al pobre director no le ha dado tiempo.

Que se os ve el plumero y aburrís a las piedras, chiquitita.