Lo que resalta sobre todo en primera instancia es el hecho de elaborar un suspense con una técnica de lo más precisa, incluso el mejor llanto agónico tiene una centralidad tal que podría resumir icónicamente la definición de tragedia junto a otras piezas visuales también completistas y dramáticas.

La perspectiva de ambos "bandos" está trabajada con conocimiento de causa, formando parte de un tono informatizador y ejemplar para conocer esta no tan superada Historia de España y hasta dónde llegan los conflictos políticos en sus extremismos desde lo macro-organizativo hasta la mínima alienada y sumisa participación de cualquier miembro.

El cara a cara de su comienzo hacia el desenlace del guion es el factor que evidencia la herida desde donde nace la aportación de Icíar Bollaín a este episodio tan largamente hablado en la sociedad española. Lo más importante es el impacto producido para el espectador, que, habiéndose contextualizado con los hechos reales inspirados, se consciencia de las consecuencias psicológicas y del desarrollo del trauma como motivante a la trayectoria de víctimas e integrantes bajos de ETA.

"Maixabel" (2021) es la firma con el mejor anagnórisis posible para una crónica con retazos ficticios pero que en su mayoría es un homenaje a las víctimas y una transformación escandalosa y rehabilitadora al cabeza de turco más trágico de la comunidad vasca. Icíar Bollaín también lo consiguió.