Así reza una de las frases del recordado personaje de Heath Ledger en "El caballero de la noche" (2008). La pregunta queda plenamente respondida en esta descarnada y cruda versión que hace Todd Phillips del enemigo por excelencia de Batman. Es difícil ver en estos días que una película literalmente machaque, devore y digiera a su protagonista como se muestra aquí, y eso ya es un decir.

Esta justificado el alboroto provocado por el filme ya que no solo se encargan de provocar al espectador si no también a Arthur Fleck como si fuera un organismo vivo y no como mero personaje de comic. Su dolor es extremadamente palpable y se sirve de esto el director para que en base en estas provocaciones monte con estilizada violencia secuencias brutales y cargadas de dramatismo proponiendo interrogantes actuales; enfermedades mentales, marginación, desesperanza.

Obviamente se requería de un actor capaz de calzarse tales botines sin caer en la exageración histriónica. Con Joaquin Phoenix a la cabeza era difícil no ser decepcionado pero aun así su estupendo trabajo no deja de sorprender. Mención aparte la música, llena de dolor, de Hildur Guðnadóttir y el tributo fotográfico que hace Lawrence Sher al cine de los setentas al mismo tiempo que es capaz de danzar con el protagonista. Memorable.