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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Drama Biografía de Emiliano Zapata (1879-1919), famoso revolucionario mexicano que sublevó a todo el país contra el gobierno dictatorial del Presidente Porfirio Díaz. Kazan intenta mostrar cómo los líderes revolucionarios se corrompen en cuanto alcanzan el poder. El guión lo firma nada menos que el escritor John Steinbeck ("Las uvas de la ira", "Al este del edén"). (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida del revolucionario Emiliano Zapata vista desde la perspectiva del gran Elia Kazan, basándose en un guión del premio Nobel John Steinbeck, autor de “Las uvas de la ira”.

Hay muchas cosas que me gustan de Kazan, pero la que siempre me ha llamado la atención es su potencia narrativa, su capacidad para crear un realismo descarnado que nos impacta y donde no suele tener cabida la compasión. Maneja personajes de fuertes personalidades y complejidades emocionales sin caer nunca en la caricatura ni en el folletín. Sus obras son intensas y apasionadas, y concuerdo totalmente con los que lo consideran uno de los grandes, independienteme de sus decisiones personales en la caza de brujas.

Aquí la dirección de Kazan es la de un artista en estado de gracia. Narración fluida, multitud de primeros planos de rostros expresivos, curtidos y sudorosos, que mantienen la veracidad de la narración, alguna larga escena memorable sin diálogos, como la llegada de los campesinos que se van uniendo a Zapata arrestado por primera vez para provocar su liberación, empezando todo con el golpear de piedras, y muchos momentos emotivos, tensos, de una intensidad de tal altura que nos abruma. Como suele ser marca de la casa, no escatima en mostrar la realidad con toda su crudeza, igual vemos a las ametralladoras descargando sobre mujeres en un maizal, que a un campesino arrastrado por el camino por una soga al cuello atada a un caballo.

Pero lo que sobresale por encima de todo en esta película redonda es el guión, magistral, que enfoca el personaje de Emiliano Zapata desde la humildad, no se nos muestra a un héroe que brilla sobre la multitud sino a un campesino que se ve obligado a defender a su pueblo, un hombre con unos principios básicos pero muy arraigados sobre la tierra y los hombres que la trabajan, con una rabia incontenible ante las injusticias, que se ve continuamente decepcionado por la naturaleza política y que finalmente se siente incluso angustiado por el propio peso del liderazgo.

Es este Zapata un hombre con debates internos que dirime en silencio, de gesto sombrío al que le cuesta expresar sus sentimientos, que desea aprender a leer y que desearía haber tenido otra educación más completa (“mañana voy a ver a Madero y a los hombres que le rodean, son hombres con estudios, mi caballo y mi fusil no me servirán de nada…”), y que como líder intenta inculcar en sus hombres la autoestima y la fe en sí mismos (“esta tierra es vuestra pero debéis defenderla, siempre estáis buscando jefes pero sólo hay hombres como vosotros, un pueblo unido es la única fuerza duradera…”). La humanidad exenta de divismo con la que está tratada la figura de Zapata la he visto muy pocas veces en el cine en una figura legendaria. Diría que casi me pareció que era la historia de un hombre que nunca quiso ser un líder, pero que se vio al frente de un ejército revolucionario ante su incapacidad de permanecer quieto viendo como su pueblo era esquilmado.

Además, para abarcar un período de varios años, mantiene un tempo narrativo compacto, donde sólo hay una elipsis entre el asesinato de Madero y la huida del General Huerta que se resiente un poco, pero que no llega a menoscabar la calidad de un guión que además ofrece simbolismos (el caballo blanco emblema de la libertad) y paradojas aleccionadoras (Zapata ejerciendo de presidente señalando el nombre de un campesino insolente, exactamente como le ocurrió a él en sus inicios, o la personificación en su hermano de los defectos humanos que se encuentran detrás de la figura del héroe una vez deja de luchar por unos ideales).

Kazan siempre ha sido considerado un gran director de actores, y aquí sólo podemos decir que el nivel interpretativo es excelso. Sorprenderá lo que voy a decir, pero considero la interpretación de Brando un ejemplo de contención puesto al servicio de la historia en beneficio del resto del reparto, como núcleo a través del cual gravitan y lucen el resto de personajes. El personaje de Zapata es parco en palabras, escueto en su forma de comunicarse, sólo da rienda suelta al verbo cuando habla de la tierra y del pueblo que debe defenderla. Brando lo enriquece con una gama impresionante de miradas, gestos y pausas que nos transmiten sus pensamientos. A su lado brillan los magistrales Anthony Quinn como su temperamental hermano y Joseph Wiseman como el encauzador de los ideales revolucionarios de Zapata, pero me sorprendieron algunos personajes secundarios que mantienen el listón de las interpretaciones altísimo, como Lou Gilbert en el personaje de Pablo, amigo y compañero desde los inicios que creerá en otro camino distinto a la violencia, y Harold Gordon como Madero, hombre de buenas intenciones que se verá arrastrado por la ambición del ejército que sigue viendo en Zapata a un enemigo.

Para mí, esta es una película magnífica, un ejemplo de los valores de un pueblo contra la represión, de la fuerza interior del individuo para intentar cambiar el mundo, y a la vez una radiografía de lo complicado que eso supone cuando se encuentran por medio el poder y la riqueza (es este caso en forma de terrenos). Y en su maestría hace que estos acontecimientos lejanos nos parezcan cercanos y los sintamos como si fueran nuestros propios antepasados y nuestra tierra.

“Viva Zapata” emana una intensidad tan grande como sólo pueden hacerlo las obras maestras.
Orson_
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