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España España · Xanadú
Voto de Orson_:
8
Cine negro. Intriga Michael O'Hara (Orson Welles), un marinero irlandés, entra a trabajar en un yate a las órdenes de un inválido casado con una mujer fatal (Rita Hayworth) y queda atrapado en una maraña de intrigas y asesinatos. (FILMAFFINITY)
30 de marzo de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra mítica de Orson Welles precedida de cierta leyenda que no hacía presagiar nada bueno: se dice que el cineasta aceptó el encargo de la Columbia a cambio de un dinero que necesitaba de forma urgente para financiar la obra de teatro que tenía en proceso, y que para ello eligió adaptar una novela al azar que vio en ese momento en un quiosco. De ser así, ojalá todas las pelis hechas por encargo consiguieran el nivel de esta, convertida con el paso del tiempo en casi una película mítica, pequeña obra de orfebrería del cine negro que se nutre de una amor obsesivo, del deseo carnal que empuja al protagonista a hundirse en el fango progresivamente sin poder evitarlo, y lo peor, siendo consciente de que cada paso que da lo hunde más en la perdición.

“La dama de Shanghai” es sobre todo atmósfera, ambiente enrarecido y turbio en el que se mueven personajes pestilentes y desagradables que hacen que todo parezca un mal sueño, hasta las localizaciones por las que va pasando el yate en ese viaje de placer, lejos de resultar paradisiacas, tiene un halo onírico que amenaza con convertirse en pesadilla en cualquier momento.

La cinta fue un fracaso en taquilla, pero como ha pasado con casi toda la filmografía de Welles, y con su propia figura en particular, se ha ido revalorizando con el paso de los años, y ha dejado algunas escenas que ya son míticas en la historia del cine.

Las malas lenguas dijeron en su estreno que el aspecto rubio de la actriz era una venganza por parte de Orson Welles ante el inminente fracaso de su matrimonio, me asombran esas afirmaciones cuando Rita Hayworth me ha parecido siempre atractiva y bellísima en este filme, compone una de las femme fatale esenciales del género, desde la primera escena en el carromato uno queda prendado de su belleza, estilizada y elegante, y poco después cuando canta a la luz de la luna sobre el velero, tumbada en bañador, uno sabe que ya ha caído en sus redes sin remisión.
Orson_
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