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España España · Sevilla
Voto de El Destro:
5
Ciencia ficción. Acción Nueva York está en peligro debido a que Shredder y su compinche El Clan del Pie dominan la ciudad y ejercen un férreo control sobre todo, incluyendo policía y políticos. Pero cuatro héroes (Leonardo, Michelangelo, Donatello y Raphael) saldrán de las alcantarillas y con la ayuda de la reportera April y su compañero Vern Fenwick intentarán salvar la ciudad. (FILMAFFINITY)
24 de noviembre de 2016
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el comic de superhéroes existen historias que son lo que son, ni más ni menos: simples planteamientos duales sobre el bien y el mal, punto. No se las puede dar más de sí, porque dramatizarlas demasiado sería romper sus propios patrones y volverlas irreales e infumables. TNMA siempre me ha parecido un buen ejemplo de esto que digo, hablamos de una historieta que originalmente fue concebida como homenaje paródico al género, y lo que la convirtió en el éxito que es hoy es precisamente que supo explotar a favor sus propias limitaciones: las Tortugas Ninja son y han sido siempre un producto de género dirigido más bien a jóvenes de corta edad.

Sin embargo, y contra todo pronóstico, en 1990, época en la que el género en el cine era aún tremendamente precario, Steve Barron consiguió lo impensable: crear una película que dramatizara todo lo posible la historia de estos galápagos mutantes, sin perder ni un ápice de la esencia original del comic. Así, para mi gusto al menos, TNMA de 1990 es una cinta digna para el recuerdo tanto de mayores como de pequeños, oscura y divertida a partes iguales, que, sin llegar a la maestría del Batman de Burton o el Superman de Donner, ofreció uno de los pocos films del género aceptables en la época, para los superhéroes más absurdos e irreales que existen. ¿El secreto? Una fotografía bien cuidada, un guión ágil y honesto, y las alucinantes marionetas inmortales del genial Henson. La historia de esta peli no se perdía en delirios de grandeza, iba al grano y sin rodeos, siendo honesta con las limitaciones del argumento (la secuencia de Rafael saliendo de la proyección de “Critters” habla por sí sola).

Y aunque la avanzada tecnología de los títeres de Henson ya dio máximo realismo y credibilidad a los personajes en la época, nada ha impedido que la franquicia, como decenas de otras, se renueve en la actualidad con una nueva versión digital de los héroes con caparazón; en este caso, además, optando directamente por el reboot. Y hay que reconocerlo, en el apartado técnico, estas nuevas tortugas digitales están a la altura del impacto que supusieron las marionetas originales; su diseño sobrecargado es tremendamente sugerente y llamativo, y satisface bien las necesidades de un nuevo público pre-adolescente ciertamente más exigente y difícil de impresionar.

Mi pregunta es la siguiente: si la versión del 90 ya demostró que esta historia se podía dramatizar con coherencia, y disponiendo hoy día de semejante arsenal tecnológico, ¿por qué cojones se han pasado por el forro todo lo bueno de aquel guión para mostrarnos dos horas de tortugas digitales sin más? El avance que suponían entonces las marionetas de Henson no impedía que se las colocara sobre un guión decente y, al menos, con cierto fondo de armario. ¿Tanto costaba volver a dramatizarlo todo, contando con que el desarrollo de este nuevo film es exactamente igual al de su predecesor? No logro comprenderlo… ¿A caso la demanda de este nuevo público, ávido de acción digital e impacto visual, no exige, al menos, algo más que un mero clip para cambiar Youtube por una costosa entrada de cine?... Quiero decir que, si en los ochenta se hicieron películas más que memorables, cuyo éxito se busca hoy rebooteandolas sin demasiados frutos, ¿No tendrá el declive del cine más que ver con los bolsillos de las productoras, que con la supuesta poca exigencia de la generación del clip?... Ahí lo dejo.

La cinta corrige correctamente el único defecto que se le achacó a la antigua, y que podría ser su única virtud: muestra más nítidamente las personalidades de cada uno de los cuatro protagonistas por separado, con sus chistes, sus juegos y sus pizzas, punto. El resto es grandilocuencia absurda para un argumento infantiloide. Nada de la sugerente relación del maestro Splinter con unos discípulos a los que amaba como a hijos, que se reduce aquí a una secuencia cómica tan intragable como la pizza de 99 quesos, donde lo pintan más severo e intransigente que comprensivo y paternal. Nada de la relación de los héroes con la reportera April O`neil, cuyo desarrollo cambian por un giro argumental tosco e inverosímil. Nada del discurso manipulador de Sreder; que aquí parece ser solo una armadura robótica vacía y latosa con algunos de los diálogos más ridículos jamás escritos. Recuerdo que, cuando veía la versión antigua siendo un mocoso, me tentaba el unirme al Clan del Pie, con todas esas libertades, videojuegos y vicios gratis… Sreder era un villano seductor y con motivaciones. Además, sinceramente, las lentejuelas ochenteras imponían más que tanto cuchillo y parafernalia: su secuencia de entrada en el 90, acompañada de aquella misteriosa percusión, me sigue acojonando más que esta lata de conservas. La intervención de la Goldberg es lamentable, plana, injustificada y sin sentido, y los giros de guión que se proponen hacen aguas por todos lados. Para colmo, ni siquiera las secuencias de acción parecen dar la talla, en unas coreografías confusas y sin demasiada emoción. En conclusión, salvando las contadas secuencias cómicas entre las tortugas, se trata de un enorme y carísimo videoclip de las nuevas tortugas anabolizadas, que de seguro hará las delicias de un extenso merchandising listo para navidades.

Y la pena de todo esto es que, después de 1990, nadie puede decir que la historia de cuatro tortugas gigantes karatekas capitaneadas por una rata sensei, no se pueda dramatizar mínimamente sin crear un bodrio infumable… nadie puede decir que esta revisión flojea porque la historia es lo que es, ni más ni menos. Porque, sin lugar a dudas, hace 25 años no hicieron falta gráficos de ordenador para que Leo, Raf, Mikey y Donnie fueran realmente Cowabunga… o como decíamos por aquí, “¡de puta madre!”.
El Destro
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