Louis Malle desplega en "Black Moon" una suerte de elementos fantásticos y personajes misteriosos a los que retrata sin explicar demasiado en un paisaje de una naturaleza exaltada; animales que se comportan como personas, personas con atributos animales y una serie de elementos ¿simbólicos? que se repiten una y otra vez.

Gracias a la estética de la cinta, los actores y la sorpresa constante que producen los citados elementos, la película puede considerarse entretenida o cuanto menos, interesante.

Sin embargo, no tengo la sensación de haberme permeado de ningún sentido más profundo, no provoca en mí la reflexión sino el ocasional bostezo y no se me ocurriría volver a verla por lo menos en unos cuantos años.