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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
9
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película de encargo —originalmente una historia de terror con ribetes expresionistas—, las estrecheces presupuestarias obligaron a Víctor Erice y al maestro Ángel Fernández-Santos —prueba, ambos, de que no todos los críticos son cineastas frustrados y amargados— a filmar una historia a medio camino entre el realismo mágico entonces en boga y las estampas rurales características de Miguel Delibes, si bien más próxima a estas últimas —por suerte, en especial para el espectador—.
“El espíritu de la colmena” es una fábula maravillosa donde, sin los aspavientos y sordideces de rigor en la producción patria, se nos permite atisbar, a través de la mirada de una niña —y qué mirada, la de Ana Torrent—, la durísima posguerra. El debut de Erice en solitario —cuatro años antes había participado en el film colectivo “Los desafíos” (1969)— se cuenta, con justicia, entre las mejores películas de la historia, y no sólo del cine español, sino del séptimo arte todo. Visualmente, “El espíritu de la colmena” constituye una experiencia estremecedora. Luis Cuadrado aplica filtros amarillos a los interiores y filma el severo paisaje castellano en toda su pureza noventayochista, mientras Erice y Fernández Santos entonan su doliente elegía por una inocencia triplemente perdida: la infantil, la del cine primigenio y la de un país desgarrado por el sinsentido bélico.
En resumidas cuentas, anida en “El espíritu de la colmena” una potencia lírica, una poética bien entendida, de las que le convendría tomar nota a más de un cineasta actual —y no tan actual; algunos, de hecho, elevados a los altares desde hace demasiado tiempo—. Quizá así la enésima cinta ambientada en la Guerra Civil no sea carne de chiste fácil y nuestra industria audiovisual se haga merecedora del reconocimiento que la patulea de plañideras habituales insiste en reclamar.
Carorpar
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