Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Drama La película se centra en la historia de la entrevista de cinco días entre el reportero de la revista Rolling Stone David Lipsky y el aclamado novelista David Foster Wallace, que tuvo lugar justo después de que se publicara la novela épica y revolucionaria de Wallace en 1996: "La broma infinita". (FILMAFFINITY)
15 de mayo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muy interesante aproximación a la imponente figura —en ambos sentidos, literal y metafórico— de David Foster Wallace, autor de “La broma infinita”, última “Gran Novela Americana”, ese Santo Grial de la literatura al alcance de casi nadie.
El primer mérito de la película estriba en su ecuanimidad. Corren tiempos de pasiones exacerbadas, culto a la opinión propia, posverdad y maniqueismo; conque la posición intermedia adoptada por el director James Ponsoldt y el guionista Donald Margulies a partir del libro de David Lipsky supone una novedad muy de agradecer entre tanta basura hagiográfica o demonizadora.
En efecto, con atesorar una larga retahíla de rarezas, el David Foster Wallace que nos pinta “The End of the Tour” se aleja del tópico romántico del artista atormentado. En palabras del protagonista, la televisión era la mayor de sus adicciones, por poco sexy que parezca, especialmente si la comparamos con la heroinomanía, por ejemplo. Otros vicios: la comida basura, los refrescos y bailar. Vaya, yo también los tengo. Y el del tabaco.
Pese a ciertas cautelas respecto a que el cómico Jason Segel encarnase a David Foster Wallace y a que, de hecho, durante sus primeras apariciones a quien veo es a un Marshall Eriksen greñudo, éste no tarda en sobreponerse a la dificultad del papel, al riesgo intrínseco de caricatura y a sus propias limitaciones interpretativas para entregar un trabajo muy competente. Le acompaña Jesse Eisenberg, a mi juicio un actor bastante más dotado, así lo demuestra en su composición del citado David Lipsky, periodista de “Rolling Stone” encargado de hacer la semblanza del genio y cuya admiración se tambalea al chocar con las excentricidades del célebre escritor.
El envoltorio “indie”, caso de que sea sincero —cada día menos, vuelto casi un filtro de Instragram—, suele redondear las bondades del producto. Sumado al grano de la imagen y a la inusitada proliferación de cigarrillos, da lugar a una atmósfera años noventa ciertamente verosímil. Ya sólo me queda acabar “La broma infinita”, voy por la página 346. Para quien lo desconozca, la edición que —a duras penas— manejo consta de 1208. Nada, dos ratos.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow