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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Ciencia ficción. Fantástico. Acción Un hacker es dividido en moléculas y transportado a las entrañas de un ordenador en el que un malvado programa controla los comportamientos a su antojo. (FILMAFFINITY)
28 de diciembre de 2023
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de mis más antiguos y vívidos recuerdos cinéfilos es la escena de la carrera de motos. Por estas mismas fechas, hacia mediados-finales de los ochenta, en un panzudo televisor Grundig de casa de mis abuelos, en un pueblo zamorano frío y neblinoso. Comprenderán el cariño reminiscente con que, treinta y cinco años después, revisito «Tron» y que no pueda —no quiero— mostrarme totalmente ecuánime en mis apreciaciones.
Prueba de la absoluta falta de objetividad que me embarga es que la antedicha, icónica secuencia me parece al la altura de la mítica carrera de cuadrigas de «Ben-Hur» (ídem, 1959) e infinitamente superior a la vista en «Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma» («Star Wars. Episode I: The Phantom Menace», 1999), agraciada esta última con unos medios técnicos y presupuestarios rayanos en el dopaje olímpico soviético.
En su día ninguneada por la crítica y tampoco un bombazo de taquilla precisamente —su director, Steven Lisberger, no volvería a encabezar ningún proyecto de entidad—, el tiempo le ha hecho justicia convirtiéndola en película de culto y profeta del cine (comercial) de nuestros días.
Aunque no era la primera en emplear CGI, sí lo fue en basar una parte sustancial de su contenido —15-20 minutos, aproximadamente— en una tecnología entonces en pañales. Hasta tal punto se adentraba «Tron» en «terra incognita» que los precarios ordenadores de entonces no podían generar imagen en movimiento; de modo que sus responsables hubieron de fotografiar infinidad de pantallazos y animarlos a la manera tradicional.
Asimismo, el rodaje con fondos negros —ni siquiera se había inventado el croma azul y verde— y posterior rotoscopiado nos retrotrae a otros pioneros felices, Mélies y De Chomón en su caso, incrementándose exponencialmente el encanto del conjunto.
Pese a tratarse de un film adelantado a su tiempo, «Tron» atesora toda la gracia de las películas de los ochenta. Imbuidas del espíritu adolescente de las multisalas de centro comercial, derrochaban en su mayoría una jovialidad que se encarna aquí en un Jeff Bridges al que se le cae el carisma de los bolsillos y en una divertidísima historia de aventuras a lo largo y ancho de esa especie de metaverso también «avant la lettre».
En fin, maravilloso viaje a un pasado que, casualidad o no, anunciaba el futuro del séptimo arte y de nuestras sociedades con la lúdica despreocupación tan característica de la época y de la sonrisa pícara de su protagonista.
Carorpar
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