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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
8
Intriga. Thriller. Terror El director de un colegio, el señor Delasalle, convive con su esposa y su amante, la profesora Horner. Pero las dos mujeres, cansadas de sufrir la constante tiranía y malos tratos del hombre que comparten, deciden que esa situación no puede continuar... (FILMAFFINITY)
23 de febrero de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente película de suspense a cargo de H. G. Clouzot, no en vano considerado en su día —supongo que también hoy— epígono aventajado de Hitchcock e influencia decisiva, de hecho, en la ruptura estética que supuso la celebérrima “Psicosis” (“Psycho”, 1960).
Con título tomado del dandi Barbey D´Aurevilly —al que se cita al comienzo— y adaptación de “La que no existía”, novela escrita a cuatro manos por Pierre Boileau y Thomas Narcejac, Clouzot erige un crescendo insalubre culminado por una de las escenas más alucinadas que recordarse pueda, en deuda evidente —bendita deuda, por cierto— con el Expresionismo.
Las chocarreras escenas docentes, con sus traviesos alumnos y cínicos profesores, remiten a “Cero en conducta” (“Zéro de conduite. 1933) y anticipan las historias del “Pequeño Nicolás”, así como la icónica “Los 400 golpes” (Les 400 coups”, 1959). Siempre me ha llamado la atención el interés de los franceses por sus propios años mozos y el talento que los adorna para recrearlos con esa mezcla inconfundible de mordacidad y ternura.
Igualmente francés, por lo decadente y al tiempo civilizado, es el punto de partida de la historia: el bien avenido —en rigor, no tanto— triángulo bígamo en que conviven los tres protagonistas y la —insisto: aparente— complicidad que se respira entre legítima y amante. Hitchcock, fetichista y voyeur de manual, pero a la vez victoriano y jesuítico, no hubiera osado siquiera imaginar tamaña disrupción. Que Clouzot escoja a su esposa Vera para interpretar a la atribulada cornuda tiene, asimismo, su puntito sádico. Y saber que ésta falleció cinco años después del mismo mal que aqueja a su personaje raya en algún tipo de maldición egipcia, o gitana.
“Las diabólicas” constituye, ya se ve, una delicia malsana desde el punto de vista que se quiera. Más de un directorzuelo actual, de esos que creen dar mucho miedo, debería echarle un vistazo y tomar unas cuantas notas. Los espectadores medianamente exigentes lo íbamos a agradecer.
Carorpar
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