Haz click aquí para copiar la URL
España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Serie de TV. Terror Miniserie de TV (2018). 6 episodios. Jillian (Maria Sten) y Tom (Brandon Scott) son dos recién casados que, sin saberlo, se traen consigo una serie de íntimos secretos a la relación incluso después de pasar por el altar. Cuando descubren una extraña puerta en el sótano de su nueva casa, esos secretos amenazan con destruir su relación... y sus propias vidas. (FILMAFFINITY)
15 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sin duda y con diferencia, “The Dream Door” es la peor de las cuatro entregas de la hasta entonces interesante “Channel Zero”. De hecho, no extraña su inmediata cancelación.
“The Dream Door” adapta el “creepypasta” de verboso título “I Found a Hidden Door in My Cellar, and I Think I´ve Made a Big Mistake” (“Encontré una puerta oculta en el sótano y creo que he cometido un gran error”, la traducción es mía), prudentemente acortado a “Hidden Door” y escrito por Charlotte Bywater.
A las torpezas de sus predecesoras —la mayoría achacables a la naturaleza “amateur” de los originales literarios— suma ésta una asombrosa sucesión de sinsentidos que aguan la experiencia desde bien pronto. De hecho, “The Dream Door” echa por tierra todas sus posibilidades —y mira que las tenía, por trillado que esté el punto de partida: casa nueva, viejos fantasmas— tras su primer episodio, el único que se salva de los seis que integran la temporada.
En efecto, la pronta aparición del monstruo acaba con buena parte de la intriga. Soy de la opinión de que, en productos de este pelaje —y en otras facetas de la vida igual de disfrutables, si no más—, los preliminares se antojan esenciales, requiriendo, por tanto, que se les dedique un tiempo razonable. Aquí, en cambio, duran casi tan poco como los polvos que, con incontinencia adolescente, se echa la recién casada pareja protagonista: nada.
Como, encima, el tal Pretzel Jack es un fantoche que no asustaría ni a una vieja de Vox, no queda sino desear que en alguna de sus absurdas contorsiones se rompa el cuello y deje de torturarnos, a los sufridos espectadores al menos. Del “Tipo alto” mejor ni hablamos; o sí, para decidir a qué centro ocupacional mandarlo, pobrecillo.
El desfase final, orgía de bilis, hemoglobina y moco, al menos manifiesta un poco de sentido del humor, como si sus responsables, conscientes de una inminente rescisión de contrato, hubieran hecho buena esa perla de la sabiduría popular que reza “para lo que me queda en el convento…”. Pues eso.
Carorpar
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow