La película tiene un punto de partida original. Unos científicos chalados planean con su experiqueso que un barco desaparezca de los radares con el objeto de poder esclavizar a los alemanes. Los muy caraculos consiguen no sólo que desaparezca del radar sino que el barco quede atrapado en una dimensión paralela bla bla bla y dos de los marineros homosexuales viajen al futuro.

Menuda locura, amigos.

Si bien el planteamiento es interesante, la película tiene un escaso sentido del ritmo y se cree que con un buen argumento y una sinopsis en la parte de atrás que sea interesante ya está todo hecho. Y no, amigos. Ese ha sido vuestro error y por el que pagaréis en el infierno. No sólo de fachada vive el ser humano, se necesita también un interior. Es como si usted es un hombre bien dotado (hablamos del tamaño del pene) y ya cree que con sólo eso, tiene a todas las titis ganadas y satisfechas. Va usted a la discoteca diciendo: "tengo un gran pene, nada puede salir mal". Pues no, amigo, tiene usted una cosa muy importante que ejerce de imán al 99,95% (estadística propia, las únicas chicas que no atrae son las que son fanáticas del Eibar) de las jambas que pululan por el mundo pero sin nada alrededor, se quedará usted otra noche de viernes masturbándose hasta hacerse sangre en el prepucio en el salón de su casa. Gritos de dolor. Sangre por el sillón. Desolación. Soledad.

En lugar de pensar que con su pene (argumento) ya lo tiene todo hecho, debía haber pensado usted en adornar ese pene con mentiras para conquistar (el clásico: "nena, tengo el bmw esperando en la puerta" "soy funcionario" "yo construí la muralla china" "a veces me tomo un café con JOrdi hurtado" -recomendable esta última para bajada de bragas inminente-), un poco de higiene personal y alguna que otra sonrisa pícara. En conclusión, adorne usted el pene argumento con otras cosas para que ese pene argumento triunfe.