Pensad en esos desfiles militares comunistas, con ritmo marcial y obediencia ciega. Pensad en las mujeres y los niños que con un espíritu rayando en lo sectario entonan cánticos en honor del líder. Pensad en esa programación mental y ese ideario que buscaba que el vecino denunciara al vecino si se intuían dudas sobre el régimen. Pensad en esa abnegación rayando el masoquismo y la pérdida total de la identidad propia en beneficio de una colectividad esclava mal entendida.
¿Lo habéis pensado?
Pues ahora cambiad a los soldados y ciudadanos por trabajadores y trabajadoras de una planta industrial. Cambiad al líder político y a los ideólogos del partido, por el presidente de la empresa y sus dirigentes. Cambiad el ideario que exalta las bondades del partido y la patria, por una religión donde sus dioses son la productividad, el beneficio, las jornadas de trabajo de 12 horas, los sueldos ajustados y el no cuestionamiento jamás de las órdenes del capataz.
¿No parece tan aterrador como esos regímenes comunistas del gulag y la miseria?
Pues parece que unos cuantos americanos, trabajadores de planta también, no solo no les aterra sino que hasta les parece adecuado y acaban pensando que en realidad ellos son unos vagos, excesivamente bien pagados y a los que habría que aplicar más disciplina en el trabajo.
Vivir para ver...
Si quieres ver una película de terror, déjate de cine de ficción, de vampiros y hombres lobo, de Jason o Freddy y mírate este documental. Esto si que pone los pelos de punta y provoca pesadillas.
Buffff.... qué yuyu.