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Argentina Argentina · santa fe
Voto de rouse cairos:
4
Thriller El doctor Michael Glass (David Morrissey), un reputado psiquiatra criminalista de Londres, es invitado por el detective de Scotland Yark Roy Washburn (David Thewlis) para que evalue a la novelista Catherine Tramell (Sharon Stone), una polémica y atractiva escritora de éxito que se se ha visto de nuevo envuelta en otro turbio asesinato. (FILMAFFINITY)
14 de noviembre de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sharon Stone retoma su personaje de Catherine Tramell, la seductora autora de novelas policiales sobre la que pesa la permanente sospecha de asesinar a los hombres o mujeres que se relacionan afectivamente con ella, eso sí, después de haberlos seducido.
Ausente Michael Douglas -su partenaire de la primera entrega- ahora el principal rol masculino está cubierto por un psiquiatra, animado por un insulso David Morrissey, quien debe evaluar la salud mental de la peligrosa mujer, luego de la muerte de un joven deportista, donde todo indica la responsabilidad de la enigmática Tramell. Como no es posible demostrar su culpabilidad, ésta visitará al doctor Glass para frenar su adicción al riesgo, hasta que paciente y terapeuta irán mucho más allá de las sesiones, intercambiando roles de víctima-victimario y de controlador-controlado.
Rodada esta vez en las locaciones más modernas de Londres, el film cuenta con una destacada fotografía e iluminación que intensifica los fríos blancos nacarados. Estos contrastan a su vez con el sugerente vestuario de Stone. Existen espacios estructuralmente tan bellos como desequilibrantes, con predominio de una luz metalizada que realza sofisticadas estructuras arquitectónicas. Hay una constante relación entre espacio y personajes, como el edificio que replica el coqueto encendedor de la protagonista, que además es fumadora compulsiva.
Mucho resulta decorativo y superficial en el buscado refinamiento estético e intelectual de la película, más allá de un paneo sobre un retrato de Freud o de una frase de Nietzche dicha al pasar. Como toda secuela, la película tiene numerosas citas de la anterior, aunque la toma en que Stone descruza las piernas es reemplazada por una menos memorable escena en un jacuzzi, más violenta que erótica, donde la bata negra de la actriz se entreabre.
Con una trama plagada de inverosimilitudes y pistas confusas, la debilidad de "Bajos instintos II" pasa por apoyarse casi exclusivamente en el protagonismo de Stone. Aquel inquietante personaje de la primera versión, la escritora que busca sustentar sus páginas en la experiencia de las pasiones que relata, aquí se desdibuja y queda atrapado en una rígida máscara sin matices ni variaciones, con más frialdad que erotismo.
rouse cairos
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