Siempre nos quedará la duda de lo que el Cronenberg de los 80-90 hubiera hecho con semejante material, pero aún así el director sabe apuntar bien sus dardos envenedados para caricaturizar el Hollywood actual y sus estrellas de turno. La dirección es algo rutinaria, aquí no importa la estética (fotografía austera y ninguna pericia visual) sino la sordidez y endogamia que empaña el mundo del espectáculo. Julianne Moore lo borda con su personaje megalómano y esquizofrénico, hace un papelón a lo Norma Desmond absolutamente arrebatador. Menudo año para la actriz. Por su parte Mia Wasikowska se confirma como una actriz dúctil y camaleónica, con cierta tendencia a encarnar personajes fracturados con personalidad propia. La decadencia campa a sus anchas y el glamour se va por el retrete, en esta mordaz visión del "sueño Americano".