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España España · Barcelona
Voto de rober:
6
Aventuras. Drama Groenlandia, año 1908. Josephine Peary (Juliette Binoche), una mujer rica y culta, inicia una expedición al Polo Norte para reunirse con su marido, el explorador Robert Peary. Durante el viaje se encuentra con una humilde mujer esquimal, Allaka (Rinko Kikuchi). Pese a sus numerosas diferencias culturales y personales, ambas tendrán que unirse para poder sobrevivir a las duras condiciones climáticas de la tundra en el Ártico. (FILMAFFINITY) [+]
8 de enero de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es curioso. Isabel Coixet ha buscado el escenario más gélido posible para ofrecernos un drama intimista y sentimental. Ha buceado en un pasaje histórico y lo ha retorcido a su antojo. Sería un poco injusto enfrentarse a la historia que nos plantea la película sin tener en cuenta la mentalidad que podía existir en la época en que está ambientada, pero no por ello es menos discutible el mensaje que nos transmite la directora. En un principio, “Nadie quiere la noche” presenta el relato de Josephine Peary, una mujer obstinada en hacer un viaje en condiciones imposibles, sin importarle el hecho de poner en riesgo muchas vidas, y sólo por reunirse con su marido en su expedición al Polo Norte. La protagonista se nos presenta como una mujer orgullosa, arrogante y terca. No obstante, a pesar de su egolatría, afán de superioridad y racismo, también percibimos toques románticos y épicos en sus actos, quizá por su rebeldía ante los convencionalismos y por tratarse de una mujer adelantada a su tiempo. Bueno, por eso y por la gran interpretación de Juliette Binoche, una actriz a la medida de Isabel Coixet. De todas formas, el interés de la trama queda reforzado por las impresionantes localizaciones y la fantástica fotografía.

El tono de la película cambia a partir del momento en que la protagonista queda en la cabaña, obligada a pasar allí todo el invierno. En ese momento, cuando ha quedado claro que la valentía se ha confundido con la temeridad, Coixet hace que el instinto de supervivencia lo impregne todo. Paradójicamente, en ese ambiente helado el corazón de la Peary empieza a derretirse, incluso hasta el punto de vivir una relación llena de magia y ternura con una indígena (hasta entonces, un ser inferior y despreciable) que, al parecer, ha osado disputarle los favores de su insigne marido. El orgullo de la protagonista se resquebraja, y ello da pie a las escenas más emotivas del fin. Dos mujeres, dos seres humanos, en un desafío ciego contra la naturaleza, sacrificándose la una por la otra, sin más expectativas que la de superar una noche interminable. En esta segunda parte de la película, Coixet despoja la trama de cualquier aspecto secundario o accidental, la desnuda, hasta conseguir que casi nos olvidemos de la absurda decisión que llevó a Josephine Peary a una situación tan extrema. El argumento queda esquelético, y esa evolución hacia el minimalismo narrativo es de lo más llamativo de la película. No hay fronteras ni culturas. Mi mundo y tu mundo son dos ideas irrelevantes (incluso irreales) cuando te tienes que enfrentar al invierno polar. Al mundo.

En mi opinion, el final descoloca. No sé si Coixet ha hecho un desenlace poco acertado, o si es que quería deliberadamente transmitir una honda desolación que fuese más allá de la idea tradicional de final feliz o trágico. Algunos derramarán lágrimas de emoción, otros se enfadarán. Si ése era el objetivo de la directora, la verdad es que lo ha conseguido. Después de haberme deslumbrado con sus paisajes y de haberme emocionado en distintos momentos de la trama, he salido de la sala con una cierta sensación de confusión. Más allá de la evidente y clara moraleja ecologista (que hace falta), no sé cuál es el mensaje que Coixet quería transmitir, o si precisamente quería jugar al equívoco… Y eso me ha dejado más bien frío...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rober
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