Magistral. Siete temporadas y tan fresco. Por algo será.
Lo que en un principio parecía un argumento un tanto descabellado y sangriento, ha terminado convirtiéndose en un sensacional éxito. Si hubiese que hacer una película de dos horas no sería posible. La culpa la tienen los guionistas que, episodio tras episodio, dan otra vuelta de tuerca a los personajes, te sorprenden con un giro inesperado y jamás dejan un resquicio para el tedio ni la relajación. Porque los personajes son creíbles, sí, aunque en la vida real jamás hubiesen tenido cabida; porque los diálogos son ricos, densos, filosóficos incluso. Está todo muy compensado: la sangre, el dolor, el humor, todo mezclado en un cóctel que a la postre resulta embaucador. Déxter es un villano encantador porque está del lado de los buenos, a fin de cuentas. Dá pena porque es un alma torturada que no encaja en este mundo. Pero cuando reflexiona para sí mismo, termina encontrando el camino correcto. Siempre se sale con la suya, aunque a veces tenga que ayudarle la fortuna. Los que le rodean en su entorno le aprecian sin siquiera sospechar.
Y todo esto no se puede plasmar en tan sólo dos horas. Por eso lo decía, y espero que dure mucho, mucho más, hasta que se les agoten las ideas.