Si, es cierto... Julia Roberts jamás volvió a resultar tan deliciosa, como en la conocida Pretty Woman. En 1990, cuando se estrenó, fue elevada al podium de las estrellas, y no se ha apeado de ese lugar en tres décadas, aunque evidentemente, el paso del tiempo la ha ido situando en otro lugar, sin alejarla del reconocimiento de la industria.

A lo largo de todos estos años, los directores tal vez desearon capturar esa mágica esencia que nos entregó al lado de Richard Gere, pero no fue posible. Su frescura, su alegría contagiosa y ese deslumbrante encanto, jamás pudieron repetirse. Tuvo éxitos, maravillosos, pero nada equiparable a su papel en Pretty Woman.

Todos conocen de que va la película, y no creo que existan much@s que no la hayan visto, o no sepan de ella por referencias; pequeños traillers, secuencias sueltas que se han repetido incansablemente, a lo largo de estos treinta años. Pero... lo que tal vez muchos no sepan es que el cuerpo de la Roberts en la carátula, no es el suyo... Nooooooo... utilizaron el de Shelley Michelle, actriz y bailarina que ha prestado su imagen corporal en numerosas ocasiones para rodar escenas, sustituyendo a las actrices protagonistas.

Bueno y ahora voy a lo de la crítica de la película: Pues nos encontramos con la comedia más exitosa, o una de las que más de la década de los noventa. Un precioso cuento donde el guión se transformó para que tuviese el final esperado y complaciente.

Es entretenida, bonita y fresca; y tal vez más del cincuenta por ciento se deba a su protagonista femenina. Richard Gere aceptó el papel cuando conoció a la Roberts, después de haberlo rechazado con anterioridad, en más de una ocasión.

Mi nota de siete tal vez resulte excesiva, pero se incluye en cuanto a valoración como comedia romántica, nada que ver con otros géneros.