Disney volvió a acertar con esta película de animación presentándonos a unos personajes entrañables, que siguen estando en nuestra mente años después.
La película plantea como dos mundos muy diferentes pueden llegar a unirse por un solo sentimiento: el amor. Un amor pasional; un amor añorado por unos gatitos que notan la ausencia de la figura paterna y una amor incondicional hacia una ama que le da todo lo que tiene a esta familia de mininos.
La historia se plantea por la codicia de un mayordomo que hará lo posible por la herencia de su señora, la cual está destinada a sus entrañables gatos. Él decidirá deshacerse de ellos y así ser el heredero. La familia de gatos que ha vivido con todo lujo y comodidades a lo largo de su vida, se encontrarán de repente perdidos y fuera de la ciudad; sin comida y sin conocer a nadie.
En ese momento es donde chocarán dos mundos antagónicos; el de la aristocracia y el del arrabal. Gatos de los suburbios de París se unirán para devolver a Duquesa y sus hijos a su mundo de opulencia, acompañándolos a través de las calles de París de principio de siglo XX con unos ritmos llenos de jazz.
La película entretiene y divierte, y uno pasa un rato entretenido mientras disfruta con el amor que surge entre los dos gatos adultos, y los comportamientos de sus hijos viviendo una vida llena de libertad y lejos de las composturas obligadas a vivir en su día a día.
En fin, entrañable historia con la que uno pasará un rato agradable y disfrutará con unas canciones llenas de ritmo que siguen sonando muy bien.