Que maravilla encontrar de repente una joya del cine que te hace pasar un rato realmente increíble emocionándote con su historia; y disfrutando con la forma que está rodada y las interpretaciones.
Este film nos presenta una historia real cuando al finalizar la II Guerra Mundial, la antigua URSS decidió tomar a la población estonia y perseguirles por su posicionamiento en el conflicto bélico. Un competidor de esgrima decide huir de Leningrado y esconderse en un remoto pueblo con una identidad falsa. Allí enseñará clases de esgrima a niños; aunque este aspecto no está muy bien visto por algunas personas al considerar este deporte ejemplo de tiempos pasados y lejos de la imagen del proletariado que buscan.
Y es que esta película nos presenta a través de clases de esgrima el poder autoritario del gobierno existente en la URSS, donde poco a poco a través del miedo iban imponiendo a la población la forma de pensar que creían más adecuada. Una sociedad donde nadie podía destacar sobre otro, y en la que cualquiera que se opusiera a los ideales que se imponían; era destinado a Siberia.
Es una crítica fuerte bajo una realidad que realmente da miedo. Un miedo que vive este personaje protagonista que huye de su identidad dejando de lado su vida y el amor a Leningrado. Un hombre que descubre que en ese pueblo los niños también viven con miedo, pero gracias a la esgrima todos se unen en una gran familia que correrá peligros por la política pero que tendrán fuerza para dar el estoque final.
Esta película finlandesa es un regalo para lo ojos y el corazón. Uno disfruta de la historia desde el primer fotograma hasta el final, debido a que la trama te envuelve en unos trazos llenos de pavor y esperanza. Y es que al final el valor y corazón del ser humano es capaz de romper barreras que podrán ayudar a generaciones posteriores para que pueda vivir en un mundo mejor.
Es un film que narra la historia con un tacto increíble, haciendo que uno esté siempre emocionado y con el alma en vilo al ser consciente que esos personajes están jugando a un deporte mucho más complejo y crucial que en el que utilizan el florete.
En fin, "La clase de esgrima" es una película que enamora por ese guión maravilloso, la dirección de Klaus Härö que regala imágenes llenas de sensibilidad; y unas interpretaciones que llegan al corazón debido a la sutiliza y pasión con que dan vida a los personajes.