Gary es de esos actores valiosos, no necesariamente famosos, y mucho menos mediático. Quizás por eso su nombre no surge desde un primer conteo cuando nos preguntan sobre nuestras preferencias actorales y al darnos cuenta de que lo pasamos por alto sentimos una cierta verguenza ante nosotros mismos. Doble juego es, decididamente, una cinta de culto muy bien producida.

Genera un guiño inmediato con el cine negro: héroe que se hunde en el foso de sus deseos más oscuros, deja de ser un héroe para transformarse en una marioneta. Las convenciones del film noir se respetan a rajatabla, tanto en dinamismo como en la estructuración de la peli; incluso es de destacar esa voz en off de un personaje que termina por disociarse de sus propios roles: su transformación/degradación sostiene la peli. Para ser más agudo, Oldman sostiene la peli, puesto que la atmósfera está muy lograda, es cierto, pero responde a fórmulas ya vistas desde los 40.

El papel de la mujer resulta bien definido: tanto Lena, Annabella y Juliette componen papeles de femmes fatales. La dureza de sus posturas es simbólica: el prota es blando y soñador, él rebota como pelota de goma contra ellas.

Brillante de seguro para los amantes del género, para los que no caen en estos encantos Doble juego puede resultar tan singular como aséptica en última instancia.