Difícil negar que Scorsese te mantiene al hilo del drama cerrado y angustioso por dos horas, que De Niro es de Niro, que la Lewis lo borda y que el guión te lleva por senderos que no te la ves venir: podría decir que El cabo del miedo sabe ir al grano ya sea sutil o expresamente dadas las pericias varias, tanto de dirección como de actuación. Sin embargo, algo en la periferia de la peli no me cierra como para llevarla a un terreno más elevado que la simple aceptación, que el mero hecho de considerarla apenas una peli correcta y un poquillo más.

Al hablar de periferia me estoy refiriendo a tonos que, no obstante, son los buscados, a una música que sube y baja en intensidad de acuerdo a la secuencia que acompañe, a una grandilocuencia extraña, un poco chocante porque en realidad la peli es bastante áspera y sucia en su tratamiento. Hay como un aura grandilocuente, mega discursiva y calculadamente retórica en El cabo del miedo que provocó en mí un distanciamiento de los hechos, algo en esos tonos afectados no me terminaba de cuajar, como si la peli estuviera bordeando, aunque sin caer jamás, una autoparodia solemne dentro de la cual el argumento se acercaba peligrosamente a la inverosimilitud...

Pero que puedo decir, si en realidad esos tonos y ese estilo son los que efectivamente Scorsese buscaba. Él quiso hacer esta peli de esa forma, por más que yo me encapriche y piense que pudo haber sido mejor. Será que en última instancia no observo un error, más bien una elección determinada que tal vez no comparto, pero eso es problema mio y sólo mio.