Jonathan Teplitzky todavía no ha dado el salto que le hace falta para ser considerado un director de última generación, y todo lo que lleva hecho es una buena clave de ello , dejando su sello, pero sin marca de la casa.

En esta ocasión la apuesta ha sido un poco más arriesgada pero tampoco termina de culminarla, dejándola para la mayoría en algo desapercibido que pocos recordarán haber visto.

El hecho de ser algo basado en hechos reales no quiere decir que la historia ya valga la pena, y lo cierto es que la mayoría de las veces es todo lo contrario, ya que creemos o queremos creer que si está basada en algo que ocurrió de verdad por lo menos podemos ponernos en el papel de sus personajes de una forma más natural.

En este caso la historia no termina de enganchar, hay que decir que la película a rasgos generales, es aceptable, tiene una buena ambientación, la música y el sonido están bien, está bien rodada , por lo que hay que reconocer que tiene una buena base, pero en donde falla y la hace menos interesante en su trama , ya que aunque está bien contada, le falta garra, es demasiado formal, incluso a veces hasta resulta fría y da la sensación de que están todas la cartas sobre la mesa y que pocos giros de guión pueden ofrecernos. También se hace esperar más intensidad interpretativa de sus actores principales, que aunque no hacen un trabajo desastroso, tampoco llegan a resultar como algo destacable de la película.

Hay muchos aspectos que se dejan de lado y de los cuales se hubiera podido sacar más partido, por contra la cinta puede resultar un tanto larga habiendo algunas escenas totalmente alargadas sin ningún pretexto.

Como conclusión podemos decir que es una película correcta en todos sus aspectos, pero que no llega a causar ningún tipo de emoción, por lo que es de lógica que quienes busquen en ella algo de profundidad y sentimiento el suspenso es más que justificable.

Lo mejor: Su historia, aunque no le saquen partido.
Lo peor: No arriesga nada.