La cuarta película de Neil Marshall (“Doomsday”) es un acercamiento a los soldados de la IX Legión romana y sus cruentas batallas contra los feroces pictos, una confederación de tribus de Escocia.

Con un presupuesto de 16 millones de dólares, estamos ante una serie B digna. Se nota que el presupuesto ha sido bien aprovechado, aunque no deja de ser eso. Marshall utiliza un estilo directo, una trama sin demasiadas complejidades, y lo fía todo a la espectacularidad de sus batallas, con un ensalzamiento de la sangre y la mutilación de órganos que a veces no hace sino buscar el efectismo, haciéndose incluso repetitivo y cansino, hasta el punto de que en algún momento, a pesar de su espectacularidad, ya deja de sorprender. Ajusta bien la duración del film (97 minutos), porque más sangre hubiera sido ya agónico.

No busca el guión del propio Marshall vericuetos imposibles, sino potenciar la épica de la difícil vida de estos soldados. Sus paisajes nevados, bosques inhóspitos, supervivencia a cualquier precio, son ensalzados desde una exagerada fotografía que busca permanentemente el contraste y los tonos negros. Destacan las impresionantes localizaciones escocesas, de gran belleza.

Machael Fassbender (“Malditos bastardos”) es un digno protagonista, aunque quien destaca sobremanera es la bella Olga Kurylenko (“Quantum of Solace”), una guerrera muda, sedienta de venganza y sangre: “su alma es como una vasija vacía que siempre se llena con sangre…”. Desde luego, exprime al máximo las posibilidades de su papel.

Centurión se mueve entre el cine épico “express” y el gore. Ideal para quienes buscan acción romana y batallas sanguinarias.