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España España · Almería
Voto de Gabriel Ufa:
8
Drama. Cine negro Después de ser rechazada por el ingeniero David Sutton (Van Heflin), la enfermera Louise Howell (Joan Crawford) se casa por despecho con el magnate Dean Graham (Raymond Massey), cuya mujer se ha suicidado. Louise empieza a sufrir alucinaciones y no puede soportar que su hijastra, la joven Carol Graham (Geraldine Brooks), se enamore de su amado David Sutton... (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2011
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la década de los 40 estuvo muy en boga en Hollywood las películas relacionadas con procesos psicológicos basados en la teoría de Freud, el psicoanálisis. "Recuerda", de Hitcochck o "A través del espejo", de Siodmak, por poner dos ilustres ejemplos, son algunos exponentes que siguieron esta línea. Suelen ser muy buenas películas, a menudo entretenidas y muy bien elaboradas, que utilizan la técnica del flash-back para recordar sucesos pasados y, a veces, la cámara subjetiva para ponernos en situación del protagonista.

"Amor que mata" pertenece a este tipo de películas. Como otras grandísimas actrices, tales como Ingrid Bergman u Olivia de Havilland, Joan Crawford utiliza este vehículo para dar lo mejor de sí misma, obsequiándonos con una memorable actuación (de las mejores de su carrera), y de paso, mantenernos en vilo mientras la agitada mente de Louise Howell (su personaje) sigue su difícil adaptación.

Curtis Bernhardt, un director calificado de artesano, dirige con solvencia y claridad expositiva, siempre fiel a la estrella que tiene entre manos (Crawford). Es bien sabido que la protagonista de "Alma en suplicio" era un animal cinematográfico de muchos kilates, que se movía como pez en el agua en el terreno melodramático, algo de lo que, por supuesto, no era ajeno Bernhardt, y aprovechó al máximo ese potencial.

Su hábil dirección se mueve entre el suspense y el melodrama. Por momentos le da un toque oscuro al film, en paralelo a los complejos procesos mentales de la protagonista, como el sobrecogedor inicio, realmente impactante y alucinante, con Joan Crawford vagando por las calles desiertas, absolutamente perdida física y mentalmente, casi como un film de terror. Luego, poco a poco, a medida que la historia va ejecutando su nudo, el director de "La melodía interrumpida" sabe prender la llama de la curiosidad en el espectador, hasta el punto de que queremos saber cómo concluye la historia de amor incomprendida. Basada en la novela de Rita Weiman, el guión aporta una notable solidez y la recreación de la intrigante atmósfera es óptima.

Como en la mayoría de obras destacadas de la época, la Warner arropa a su director con excelentes técnicos (habría que llamarlos artistas), como el director de fotografía Joseph A. Valentine (colaborador de Hitchcock en "La soga" o "La sombra de una duda"), que sabe pintar los claroscuros, iluminar la mansión en beneficio del clímax de la trama o resaltar el inconfundible rostro de Joan Crawford. Lo mismo puede decirse del encargado de la música, Franz Waxman ("El crepúsculo de los dioses", "Un lugar en el sol"), que agudiza y resalta los momentos de alta tensión, envolviendo la película con sus partituras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gabriel Ufa
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