Unos pobres títulos de crédito anticipan una vuelta de Freddy Krueger sin pena ni gloria. Jackie Earle Haley no da la talla como Freddy, y no por su estatura. Un maquillaje distinto e impropio, unos diálogos sin el sarcasmo propio de Robert Englund y unas víctimas paniaguadas que apenas oponen resistencia, acaban por condicionar una película que, sin ser muy mala (al menos no se hace aburrida), pierde la esencia y se torna insustancial.

Las dos bazas fuertes de la saga "Pesadilla" siempre han sido Freddy Krueger y la originalidad o brutalidad con que llevaba a cabo sus asesinatos (acompañados por su socarronería), justo lo que más falla esta nueva entrega.
Me gustaría poder decir que los fans de esta "Pesadilla" estamos de enhorabuena, pero me faltan argumentos para ratificarlo.

En definitiva, una nueva revisión que mira más hacia la taquilla y la búsqueda de nuevos dividendos ( aprovechando la legendaria fama) que hacia los propios orígenes de la saga y hacia quienes han hecho grande el fenómeno: sus seguidores.