Entrar al cine a ver una película rodada hace 60 años y salir con la sensación de haber visto algo totalmente nuevo, es la grandeza del cine. Creo que las historias atemporales son las que pasan realmente a la historia, eso es culto, estoy convencida de que no es fácil olvidarse de esta película (cosa que sí que sucede con multitud de películas de hoy en día, de hecho me cuesta recordar lo que vi la semana pasada...). Películas como '' La gata sobre el tejado de zinc'' me hacen recordar porque me encanta el cine, el cine como emoción y no como pasatiempo, el cine como reflexión y no como entretenimiento, el cine como algo más que ocio, ¿o acaso no es este el séptimo arte?

La película empieza con un Newman borracho (pero no por ello menos encantador y atractivo), que da paso a una Elizabeth Taylor seductora y sensual como pocas saben serlo. Newman y Taylor realizan un pulso interpretativo brutal, de hecho se puede decir que ellos son la película, ellos hacen la historia. Impecable actuación la de ambos. El resto de actores corean el duelo de manera notable. Vemos a una Judith Anderson en el papel de madre-esposa afligida, sumisa y podemos decir que hasta amargada, insistiendo en mantener el ''tipo'' aún sabiendo que nunca ha sido amada por su esposo. Burl Ives derrocha fuerza y temperamento en su papel de patriarca familiar. Su egocentrismo y ambición le impiden asumir que su pulso con la muerte está llegando a su fin. Aparecen, personificando a la avaricia, la pareja Sherwood y Carson, como cuñada y hermano de Paul Newman. Un escenario familiar luchando por una herencia de alguien que lucha por continuar viviendo, una lucha protagonizada por dos ''gatas'' a punto de arañarse por defender sus terrenos e intereses. Si es que ¿acaso existe el respeto cuando de herencia se trata?

La película transcurre en cuatro escenarios de una misma casa, no hace falta nada más. No hay efectos especiales ni nada que se le asemeje, de hecho todo es magia interpretativa. Al leer que Grace Kelly o Vivien Leight habían sido propuestas para el papel protagonista me ha hecho pensar si me hubiera gustado tanto la película, de hecho no me imagino mejor ''gata'' que Elizabeth Taylor. Una gata dispuesta a aguantar cualquier tipo de humillación con tal de ponerse un buen vestido. Humillaciones como el rechazo continuo de su esposo o la posible homosexualidad de este. Ella le ama, o ama su posible herencia, no se sabe qué exactamente, porque seduce tanto y tan bien, que hasta la crees...

Recomiendo 100% esta película, como clásico, como parte de nuestra historia, como belleza expresiva en dos de los actores más guapos que nos ha dado el cine y, sobretodo como reflexión de valores como la avaricia, la codicia y la envidia. Tan excepcional y reflexivo el diálogo de Brick con su padre en el sótano... Si es que a veces uno se olvida de que las maletas pueden llenarse de amor.