Irregular, efectista, con perfil de Mortirolo y ganas de escandalizar en ciertas fases, aunque interesante película en otros aspectos, seguramente, también, sin deslumbrar en ningun momento, lo mejor que ha dirigido Papá Noel.

Juan Adriansens deambula por el fango y firma una poderosa interpretación, su mente perturbada consigue repugnar a base de cañonazos mentales y pensamientos macabros que se suceden sin tregua logrando ejecutar alguna frase meritoria como "Cuando la violencia te reclama no hay que huír", digna del mismo Charles Bronson.

Papá Noel logra el objetivo de repugnar, y el acercamiento a un cerebro desequilibrado, trastornado, es acertado, palpable, llegando a incomodar, a crear incertidumbre y es ahí donde nuestro Papi chulo logra acertar de pleno pero, sin embargo, vuelvo a contemplar los efectismos huecos del director al igual que en Irreversible, y las ganas por llamar la atención y salir al recreo a comer el bocadillo le pueden y todo acaba siendo un bonito envoltorio sin lingote de oro dentro, la forma vuelve a ganar la batalla y el fondo queda a lo lejos agitando la bufanda levemente, la grandilocuencia de todo vuelve con la cartulina amarilla buscando el dorsal.

Se despide desde la calle Serrano.

Amador Mohedano regresando a sus orígenes, y practicando el alunizaje unicamente armado con un triciclo y una barriga recién alimentada de jabugo, tersa, dura, y mirando al cielo , para posteriormente hacerse con un suculento botín y ser sorprendido por un beodo Rodríguez Menéndez que tras cerrar una hilera de bares, no deja de filmar con una videocámara el ligero chorro amarillo que se filtra a través del pantalón del pelo cebolla, seguramente provocado por el temor del acto cometido.