En 1999 los muchachos de 16 años ya han recibido suficiente información sobre la vida para que desconozcan, o al menos lo aparentan, que son relaciones homosexuales, y aún más si son dos jóvenes de Barcelona. Salvado este escollo he de decir que me ha gustado la película por el tratamiento tan cariñoso que hace del despertar sexual en la gente adolescente, realmente no hay morbo, sino el erotismo que tienen las relaciones sexuales entre adolescentes, Nico y Dani, o Nico y Elena. Menos interés despiertan las relaciones de estos jóvenes con gente más mayor, con Julián o Marianne. Ahí radica todo el valor de la historia. Pero las interpretaciones son tan malas que entonces hay que bajar la valoración de la película. Y esa mala interpretación no creo que se deba solo a los dos protagonistas, Fernando Ramallo y Jordi Vilches, sino a una mala dirección de Cesc Gay, más pendiente del erotismo que de la realidad juvenil. Me parece que se ha pasado el director en la intención de hacer una película progre cuando pudo hacer una película casi neorrealista. Le doy mi puntuación a favor de la realidad juvenil y mi puntuación negativa a una mala dirección. Un seis.