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Voto de Scott Carey:
5
Comedia. Romance. Fantástico Un escritor norteamericano algo bohemio (Owen Wilson) llega con su prometida Inez (Rachel McAdams) y los padres de ésta a París. Mientras vaga por las calles soñando con los felices años 20, cae bajo una especie de hechizo que hace que, a medianoche, en algún lugar del barrio Latino, se vea transportado a otro universo donde va a conocer a personajes que jamás imaginaría iba a conocer... (FILMAFFINITY)
28 de agosto de 2011
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Woody Allen vuelve al que parece ser su género predilecto en los últimos años, el de la comedia romántica. Y lo hace con este homenaje a la ciudad de París, y más en concreto al París bohemio de los años 20, punto de encuentro de artistas de diferentes ámbitos que sucumbieron al encanto de la capital francesa.

El veterano director neoyorquino apuesta esta vez por una película en que mezcla realidad y fantasía, y hace que su protagonista viaje a través del tiempo, pudiendo de esta manera entablar relación con personajes de la importancia de Ernest Hemingway, Pablo Picasso o Scott Fitzgerald.

No se trata de un film que arriesgue ni en su forma ni el fondo. Es un Woody Allen más, sin que que esta afirmación pretenda conllevar ninguna carga peyorativa. Muy al contario, es una película amable, que se deja ver, con todas las características habituales de los últimos trabajos de Allen (el protagonista masculino trabaja de escritor, tiene una pareja joven y rubia, y está aclaparado por las mismas dudas y obsesiones de siempre). En definitiva, un papel que hubiera protagonizado el mismo Allen si hubiera tenido 40 años menos.

Hay romanticismo, nostalgia y humor, pero sobretodo la idea que el pasado es una etapa que siempre se tiende a mitificar. Al final queda la sensación que quizás las épocas que el film rememora (el París de los años 20, la Belle Epoque, algún ligero apunte al Renacimiento) no fueron tan idílicas como se pudiera pensar, y que a pesar del indiscutible legado cultural que dejaron los diferentes genios que camparon por ellas, las condiciones de vida que tuvieron que soportar harían persistir a la gran mayoría que pretendiera vivir aquellos años.

Y si Allen no idealiza la época, sí que lo hace con el lugar. En sus manos París se convierte en una postal. Aparece radiante, luminosa, bajo la lluvia, nocturna y mágica. Una ciudad de película arropada por una acertada banda sonora repleta de canciones de Cole Porter.
Scott Carey
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