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Voto de Scott Carey:
6
Thriller. Drama El día en que Juan (Alberto Ammann) empieza a trabajar en su nuevo destino como funcionario de prisiones, se ve atrapado en un motín carcelario. Decide entonces hacerse pasar por un preso más para salvar su vida y para poner fin a la revuelta, encabezada por el temible Malamadre (Luis Tosar). Lo que ignora es que el destino le ha preparado una encerrona. (FILMAFFINITY)
9 de noviembre de 2009
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las películas que versan sobre el mundo de las cárceles y la delincuencia, bien podrían considerarse un subgénero en si mismas. Si nos centramos en las realizadas en España, las dirigidas a principio de los ochenta por Eloy de la Iglesia, constituyen un buen ejemplo de la forma en que reflejaban esta temática los directores de aquella época. En ellas, el realismo sucio constituía el común denominador de unas tramas que hacían especial hicanpié en las sórdidas relaciones entre los reclusos y su dependencia demoledora de un elemento como la droga.

Celda 211 no toma este camino para mostrarnos la realidad de un centro penitenciario. Daniel Monzón opta por una vía que podríamos denominar "mas americana", para confeccionar este thriller trepidante sobre el motín de unos presos en una cárcel de Zamora. Lo hace dando una prioridad absoluta a la acción por encima de los aspectos más descriptivos. Su cárcel es una cárcel amotinada, pero de factura limpia, nítida. Y aunque este punto pueda restar una cierta credibilidad a la propuesta, no afecta ni un ápice al resultado final del film. No se puede decir lo mismo del guión, que aunque en líneas generales se muestra sólido, presenta ciertas lagunas.

Pero si hay algo que da sentido a toda la película, es la presencia de Luis Tosar. El actor gallego se apodera del film (y del espectador, con su papel de malo simpático) desde el primer fotograma y lo hace suyo. Borda los diálogos con un peculiar tono de voz y, aunque es cierto que en algunos momentos roza la sobreactuación, consigue que el personaje de Malamadre sea de aquellos que permanecen en la retina durante muchos años.

No se trata de una película excepcional, pero logra sus objetivos con dignidad. Consigue mantenerte aferrado a la butaca durante todos los minutos de metraje y no decae en ningún momento. En este sentido, promete lo que da, y esa honestidad en sus principios acaba revelándose como uno de sus principales valores.
Scott Carey
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