Este remake de “Cazafantasmas” es todo cuanto uno, sobre el papel, espera de un remake: todo aumentado y actualizado. ¿La mala noticia? Pues suced que (por desgracia) no hay nada más aparte de esa actualizacion: se han limitado a multiplicar todo por diez con lo que, aunque el espectáculo es efectista (sobre todo en su parte final), apenas arriesga y va a por lo seguro. Una especie de fórmula que consiste en coger lo que funcionaba en los 80s y adaptarla a la época actual, aunque el único instrumento para hacer eso sea la “mas”, y no la palabra “mejor”. Este remake de “Cazafantamas” no es una mala película, tiene ritmo y funciona bastante bien, pero, a diferencia de la película original, no tiene nada remarcable en tanto en cuanto no han avanzado y se limitan a jugar seguro. Posiblemente es la mejor definición de toda esa moda de remakes que nos han invadido en los últimos años: limitándose a repetir la misma película solo que con más efectos, más acción y actores actuales. Algo así como un lavado de cara. Pero el problema comienza cuando el remake se limita a eso: a una simple copia actualizada, y es ahí donde no hay espacio ni para la sorpresa ni tampoco para la reescritura. Porque. Al fin y al cabo, este cazafantasmas no es más que la versión 2.0 del original (y ahora en versión femenina, que no feminista). No hay más, tampoco menos. Una película que se deja ver gracias a su espectacularidad, algunos gags bien escritos (aunque insuficientes), una larga lista de cameos que hace la delicia de los nostálgicos (incluyendo todos los actores de la película original), unas actrices competentes (en especial esa robaescenas del SNL que es Kate McKinnon) y un tono rebajado y amable que pretende complacer a todos. Lástima que apenas arriesguen en el guion (que era precisamente el punto más débil de la original) lo que convierte este remake en algo tan tonto y disfrutable como la primera película, aunque uno se queda con la sensación de que podrían haber arriesgado algo más…