Entretenida, trepidante, y sobretodo inteligente. Esta quinta entrega de la rentable franquicia "The fast and furious" está laboriosamente bien facturada para arrasar en taquilla. El resultado es sorprendente y no se deja amedrentar ni por la paupérrima Elsa Pataky. La acción transcurre en Rio de Janeiro, algo normal si tenemos en cuenta la presencia de la carioca Jordana Brewster, que ya es toda una veterana en las orquestradas comparsas de Vin Diesel y Paul Walker (cada día me recuerda más a Rob Lowe). Aquí cuentan con la impagable colaboración del astro samoano Dwayne Johnson, que con sus musculitos ciclados, su perilla chivo, y su bronceado aceitoso (está durante todo el metraje más sudado que Sophie Evans en una grang bang) se convierte en el perseguidor de la función junto al, ¿cómo no?, Joaquim de Almeida que vuelve a repetir en su famoso registro de narcotraficante. El guión podía haber servido para otra nueva entrega de los "Ocean's" de George Clooney y Steven Soderbergh, y eso demuestra que los guionistas se han estrujado algo más las neuronas que en las anteriores cuatro entregas de una saga que empieza a mejorar y a tener algo más de sentido. Es muy recomendable, sobretodo si eligen una buena sala y un enorme bol de popcorn con una bebida king size, se volverán a sentir como adolescentes y recuperarán de nuevo las ganas por volver a ir al cine. Por último, recomiendo no levantarse de la butaca hasta que no acaben los créditos finales puesto que hay sorpresa para los incondicionales.