Boyhood cautiva por hablar de la vida sin grandes artificios. Aquí no hay cabida a giros de guion bruscos, ni parece pretender, en ningún momento, mostrar un episodio o experiencia vital más determinante en la historia del protagonista.

Es un conjunto de escenas, de pequeños retazos de vida, en los que, aunque obviamente "suceden cosas",ninguna de ellas sobresale del resto.

Como ya nos tiene acostumbrados Richard Linklater vuelve a ver extensos diálogos y largos planos secuencia, conversaciones anodinas mezcladas con otras filosóficas de mayor calado.

Al finalizar su visionado deja un ligero sabor de insatisfacción. Parece que falta "algo más". Te deja una sensación de vacuidad que creo que no es casualidad y que está premeditado. Da la sensación de que es buscado ese tedio, esa desilusión, decepción o miedo que deja el paso del tiempo en cada ser.

Creo que el director intenta que el espectador tenga la misma concepción de la película que tiene el protagonista (y alguno de los personajes que le acompañan en su devenir, como su madre, en quien esto es más evidente) acerca de la vida misma: Algo simple que a veces se complica y algo bello que a veces nos empeñamos en teñir de soportable melancolía.