Es muy curioso que Mis tardes con Margueritte haya sido en España un pequeño fenómeno de taquilla. Ha sobrevivido a todos los estrenos hollywoodienses sin recurrir a ninguna promoción de escándalo. Becker sigue de nuevo con un cine que de tan liviano parece pasado de moda. Es una película muy corta en la que no acontece nada extraordinario. La gracia, que ya es suficiente, está en ver cómo la Margueritte del título habla con Depardieu, el 'corto' del pueblo que, adivinen, también tiene su corazoncito. Hay mucho cliché y su éxito demuestra que hay un público que demanda historias blancas, con referencias a la tercera edad y un envoltorio cultureta. En la variedad está el gusto. Es imposible no sentir cierta estima por 70 minutos de buenas interpretaciones, buenas intenciones y resultados que, a conciencia, se sitúan en esa mediocridad que no resulta hiriente. Pero en nuestro fondo más cinéfilo, uno hubiera deseado algo más sesudo, más irónico, más consistente. Hay comidas y meriendas. Mis tardes con Margueritte es un refrigerio cinematográfico, un tentempié, que no una delicatessen.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com