Divertidísima comedia romántica en donde Hugh Grant es una vez más el patoso y entrañable seductor, sin proponérselo, eso sí, y "Julia-Anna Roberts-Scott" es la bella oficial -y adorable- quien hace un papel muy hecho a la medida, como si la ficción representada fuera una prolongación o un símil de su vida real.
El éxito, o parte de él, reside en aprovechar con muy buena maña un argumento casi inverosímil, hacer creíble lo increíble, acercar al famoso o famosa en este caso, al objeto de deseo inalcanzable de muchos, al pueblo llano, a una persona común y hacer malabarismos con ello y aun así convencernos de que es posible lo que sólo sucedería en nuestros mejores sueños, convirtiendo en alguien terrenal a quien tan solo vemos a través de una pantalla de cine, haciéndonos ver que siente, padece y se enamora como los demás.
Salvando las similitudes que podría guardar con la historia de la Cenicienta pero contada al revés, consigue sobradamente divertir (esto gracias en gran medida a unos delirantes secundarios) y emocionar y ya de paso gracias a la magia del cine convertir en idílico un modesto barrio del centro de Londres.
Como dice la celebérrima canción de Bill Withers "no brilla el sol cuando ella se ha ido".