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Voto de Lafuente Estefanía:
8
Drama En un pequeño pueblo de Castilla, en plena postguerra a mediados de los años cuarenta, Isabel y Ana, dos hermanas de ocho y seis años respectivamente, ven un domingo la película "El Doctor Frankenstein". A la pequeña la visión del film le causa tal impresión que no deja de hacer preguntas a su hermana mayor, que le asegura que el monstruo está vivo y se oculta cerca del pueblo. (FILMAFFINITY)
9 de julio de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuarenta años antes que Alice Rohrwacher estrenara "Le meraviglie" (2014) con su neorrealismo italiano de fondo colmenero, Víctor Erice con ese mismo fondo había ya abordado lo que entonces se llamaba “realismo mágico” en "El espíritu de la colmena" (1973).
Son muchas las similitudes que encontramos entre ambas cintas . Ambientación rural, familias apicultoras e internamente incomunicadas. En los dos casos, la rutina y los silencios que conforman sus vidas se rompe con un acontecimiento nuevo que llega de fuera, en un caso es la proyección de una película de Frankenstein, en el otro la convocatoria de un concurso televisivo con la presencia de una actriz conocida. Y son también dos muchachas que, dotadas de una sensibilidad especial, provocan la crisis que romperá la soledad interior del núcleo familiar. Son, pues, tantas las coincidencias que no albergamos la menor duda de la influencia de la película española sobre la italiana.
Apicultor de profesión, el padre tiene en su despacho una colmena de cristal para observar con detenimiento la vida del enjambre. Al modo de Mauricio Maeterlink en "La vida de las abejas", aborda desde dentro su “mundo aéreo, optimista y exterior”, con las costumbres, secretos y misterios que oculta la colmena.
La cámara se recrea con el movimiento de las abejas en el tubo que comunica el exterior. Observa paciente sus dudas y temores cuando pugnan por salir del claustro que las encierra, algo así como sucede con los personajes de la iglesia en "El Ángel exterminador" de Buñuel (1962).
El hermetismo del viejo caserón se refuerza con las celdas hexagonales del color de la miel que tapizan los cristales de ventanas y balcones, transformando la casa en una especie de cárcel.
Colmena también es la imagen que ofrece la Escuela a la que acuden las chicas como abejas. Donde “reina” la “Maestra” (Soldevila) que precisamente imparte una lección de anatomía sobre un tosco muñeco al que, al modo del Dr. Frankenstein, las muchachas añaden sucesivamente el corazón, los pulmones y, finalmente, los ojos que coloca Ana con su mirada transparente y profunda.
La casa, la escuela, el pueblo, la sociedad son ejemplos de estructuras cerradas de las que apenas pueden evadirse los personajes. Y eso a escondidas. Ana a través de ese mundo de espíritus que le ha traído la presencia cinematográfica de la criatura de Frankenstein.
Y a este mundo se aferra Ana, oculta, para sobrevivir en aquel ambiente de silencios y de tedio. Y tendrá la oportunidad de materializar ese espíritu que ansiosamente busca, en la forzada presencia de un guerrillero del maquís al que no tardan en dar muerte.
La consiguiente conmoción que experimenta la niña al conocer el suceso le lleva al lecho. El médico del pueblo -boina, barba y fonendoscopio-, se limita a certificar la fuerte impresión que ha sufrido y a recomendarle reposo y comida fácil de digerir, “sopa floja y huevos pasados por agua”.
Y Ana se recupera para salir fortalecida del lecho. Ha comprobado el poder que tiene para convocar espíritus, “Soy Ana y estoy aquí”.
La película es extraña, con largos silencios que dejan al espectador la iniciativa para interpretar a su manera las imágenes. Los paisajes mesetarios y los rostros de las personas son magníficamente fotografiados. Cada plano, cada fotograma, constituye en realidad un auténtico cuadro pictórico. Algo parecido podemos decir de la música que repite en varias escenas el tema de la vieja canción infantil “Vamos a contar mentiras”.
Galería de personajes trazados con unos pocos brochazos gruesos, algunas frases breves y largos silencios. Los rostros, los gestos y poco más deben ser suficientes para expresar su mundo interior. Lo cual exige, naturalmente, buenas interpretaciones. Como así sucede con el elenco. Mención especial para Ana, sus ojos, su mirada …
Excelente ambientación de la Castilla profunda. Buen guion y buena dirección. Tal vez demasiado ambiciosos, pues son muchos los mensajes que tratan de transmitir en diversas direcciones dificultando su recepción. Se tocan temas muy heterogéneos: sociales, políticos, intimistas, literarios, cinematográficos, naturalísticos, etológicos ... Muchos y muy variados, lo que trae como consecuencia una obra densa, lenta, hermética, tal vez demasiado ampulosa y trascendente. Con acierto alguna crítica la relaciona con el cine de Ingmar Bergman.
Hemos hablado del realismo mágico de "El espíritu de la colmena", de las soledades que muestra evocadoras de aquellas otras de Macondo tan en boga, precisamente, cuando se estrenaba la obra de Erice.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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