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Voto de Lafuente Estefanía:
7
Drama Una cuadrilla de obreros alemanes sienta campamento en un pueblo búlgaro para levantar una central hidráulica. Molesta el descaro zafio de su despliegue, ofende la saña eficiente con que desarraigan el paisaje, y agravian con sus sudores masculinos de beberse la paga y silbar agudo al paso de las chicas. Va a estallar el conflicto...
17 de junio de 2022
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El título elegido quiere orientar ya a los espectadores en dirección a un género muy concreto. Después de ver la cinta, la cuestión es si la orientación es acertada.
En este caso lo es, pero con una serie de matices que enriquecen el mensaje. Porque los obreros alemanes que marchan por dinero a trabajar en una gran obra hidráulica a la parte de Bulgaria que linda con Grecia, perfectamente podemos equipararlos a los vaqueros que conducen el ganado hasta los grandes mercados. Prepotentes para demarcar el terreno izando allí su bandera, achulados para amedrentar en grupo a unas pobres bañistas, desconfiados con los nativos ("No son necesariamente hostiles pero hay que tener cuidado"), dispuestos siempre a imponer la ley del más fuerte. Pero tienen también sus puntos débiles, como se aprecia en las conversaciones telefónicas con sus familias en Alemania.
Orgullosos también dentro de su pobreza los búlgaros, versus los modestos rancheros, no se dejarán amedrentar fácilmente por los poderosos recién llegados a los que arrancan su bandera.
Correrá el alcohol en la taberna, jugarán al póker y se emborracharán como en cualquier saloon tejano. Montarán a caballo o en todoterreno por caminos o atravesando ríos fronterizos. Asistiremos a luchas por el agua que se reparten ordenadamente los pueblos, los ranchos de los ganaderos, luchas incomprensibles cuando la acción se desarrolla en el cauce de un caudaloso río.
No nos convence en absoluto el guion, para nosotros lo más flojo. Hay escenas que no pintan gran cosa y otras demasiado oscuras para comprenderlas.
Oscura resulta asimismo la obra con sus eternos fundidos en negro que apenas permiten vislumbrar un destello, una sombra o un pequeño reflejo. La belleza de la fotografía y de la discretísima iluminación en las numerosas escenas nocturnas nos dejan a veces in albis.
Magnífica la realización que destaca sobre todo la lucha por la comunicación entre dos pueblos tan distintos y tan distantes como es el búlgaro y el teutón. Toda la imaginación y toda la gama de recursos que debe afrontar Meinhard (Neuman), un antiguo legionario que es el único forastero dispuesto a entenderse con la gente del lugar. Como también la desconfianza inicial de los vecinos que, poco a poco y sin apenas comunicarse, casi solo con gestos, consigue hacerse comprender y comprender, de paso, la hospitalidad y bonhomía de los nativos. Sobre todo del joven Wanco (Bashev) y de Adrián (Letifov), el verdadero líder del poblado, "Yo tu hermano", que pronuncia en una emocionante escena.
Recuerda también esta dificultad comprensiva a la de los primeros colonos que trataron a los indios de las praderas del Oeste.
Sobresaliente la interpretación de todos los actores, sin excepciones, pero destacando especialmente Neumann, con sus silencios, sin apenas gestos, basta con su mirada.
Bella película donde contrasta la ternura con la zafiedad, la delicadeza con los atropellos, la poesía con la prosa más vulgar.
Lenta a ratos, incomprensible a veces, oscura siempre, nos gusta el final abierto que deja la directora.
Una buena película, intimista, delicada, con discretos toques de western aunque apenas suene un solo tiro.
Recomendable, bien entendido que el título puede inducir un poco a engaño. Quedan avisados.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Lafuente Estefanía
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